Iván Fandiño: torear a todos los toros como si fueran buenos
Publicado: Vie Jun 20, 2025 12:57 am
Iván Fandiño Barros (1980-2017) fue un destacado matador de toros español nacido el 29 de septiembre de 1980 en Orduña, Vizcaya, País Vasco. Sin tradición taurina en su familia, de raíces gallegas, Fandiño se aficionó a los toros a los 14 años tras destacar como pelotari en campeonatos de pelota vasca. Su pasión por la tauromaquia lo llevó a formarse en varias escuelas taurinas, marcando el inicio de una carrera definida por su valentía y compromiso con el toreo puro.
Debutó con picadores el 2 de junio de 2002 en su natal Orduña y se presentó en la plaza de Las Ventas (Madrid) el 12 de septiembre de ese mismo año. Tomó la alternativa en Bilbao el 25 de agosto de 2005, con Julián López “El Juli” como padrino y Salvador Vega como testigo, frente a toros de El Ventorrillo. Confirmó su alternativa en Las Ventas en 2009. Fandiño se consolidó como un torero de valor, conocido por enfrentarse a ganaderías exigentes como Fuente Ymbro, de la que desorejó más toros en plazas de primera categoría que cualquier otro matador. Uno de sus mayores triunfos fue salir por la Puerta Grande de Las Ventas el 13 de mayo de 2014, cortando una oreja a cada toro de Parladé.
Fue también uno de los toreros más constantes y comprometidos con la feria de San Isidro, donde figuró cada año en los carteles más exigentes, ganándose el respeto de la afición venteña y de los sectores más críticos por su voluntad de asumir los compromisos más duros del escalafón.
En 2015, protagonizó uno de los gestos más recordados de la tauromaquia reciente al encerrarse en solitario con seis toros en Las Ventas. Aunque aquella tarde no alcanzó el triunfo deseado, el gesto fue valorado como una muestra de autenticidad y responsabilidad, un desafío con el que Fandiño buscó elevar su toreo y su figura sin depender de concesiones ni componendas.
Su concepto del toreo se sostuvo siempre sobre una línea clásica, seria, sin concesiones a lo superficial. Su temple, su verticalidad y su entrega en cada muletazo fueron rasgos de una personalidad torera centrada en la verdad y en el compromiso con el arte sin artificios.
Residente en Guadalajara en sus últimos años, Fandiño era admirado por su seriedad, respeto hacia sus compañeros y su enfoque en la dureza y verdad de la lidia. Trágicamente, el 17 de junio de 2017, a los 36 años, falleció en la plaza de Aire-sur-l’Adour, Francia, tras recibir una cornada mortal del toro “Provechito” de Baltasar Ibán, que le perforó el pulmón. Dejó una hija, Mara, que tenía dos años al momento de su muerte.
Fandiño es recordado como el torero vasco más relevante de su tiempo y un símbolo de entrega total a la tauromaquia, con un legado que perdura en frases como “torear a todos los toros como si fueran buenos”.
Debutó con picadores el 2 de junio de 2002 en su natal Orduña y se presentó en la plaza de Las Ventas (Madrid) el 12 de septiembre de ese mismo año. Tomó la alternativa en Bilbao el 25 de agosto de 2005, con Julián López “El Juli” como padrino y Salvador Vega como testigo, frente a toros de El Ventorrillo. Confirmó su alternativa en Las Ventas en 2009. Fandiño se consolidó como un torero de valor, conocido por enfrentarse a ganaderías exigentes como Fuente Ymbro, de la que desorejó más toros en plazas de primera categoría que cualquier otro matador. Uno de sus mayores triunfos fue salir por la Puerta Grande de Las Ventas el 13 de mayo de 2014, cortando una oreja a cada toro de Parladé.
Fue también uno de los toreros más constantes y comprometidos con la feria de San Isidro, donde figuró cada año en los carteles más exigentes, ganándose el respeto de la afición venteña y de los sectores más críticos por su voluntad de asumir los compromisos más duros del escalafón.
En 2015, protagonizó uno de los gestos más recordados de la tauromaquia reciente al encerrarse en solitario con seis toros en Las Ventas. Aunque aquella tarde no alcanzó el triunfo deseado, el gesto fue valorado como una muestra de autenticidad y responsabilidad, un desafío con el que Fandiño buscó elevar su toreo y su figura sin depender de concesiones ni componendas.
Su concepto del toreo se sostuvo siempre sobre una línea clásica, seria, sin concesiones a lo superficial. Su temple, su verticalidad y su entrega en cada muletazo fueron rasgos de una personalidad torera centrada en la verdad y en el compromiso con el arte sin artificios.
Residente en Guadalajara en sus últimos años, Fandiño era admirado por su seriedad, respeto hacia sus compañeros y su enfoque en la dureza y verdad de la lidia. Trágicamente, el 17 de junio de 2017, a los 36 años, falleció en la plaza de Aire-sur-l’Adour, Francia, tras recibir una cornada mortal del toro “Provechito” de Baltasar Ibán, que le perforó el pulmón. Dejó una hija, Mara, que tenía dos años al momento de su muerte.
Fandiño es recordado como el torero vasco más relevante de su tiempo y un símbolo de entrega total a la tauromaquia, con un legado que perdura en frases como “torear a todos los toros como si fueran buenos”.