Viviendo bajo la sombra del martes y 13: La paranoia de la mala suerte
Publicado: Lun Ago 12, 2024 11:04 pm
Viviendo bajo la sombra del martes y 13: La paranoia de la mala suerte
Mañana es martes y 13, y no puedo evitar sentir un nudo en el estómago. Desde que tengo memoria, este día ha estado envuelto en una nube de supersticiones y malos presagios. No se trata de una simple coincidencia; es una fecha que siempre trae consigo una sensación de inquietud, como si el universo conspirara para que las cosas salgan mal.
Cada vez que se acerca un martes y 13, siento una necesidad casi compulsiva de ser más cauteloso. Es como si el peligro acechara en cada esquina, esperando el momento perfecto para atacar. No salgo de casa sin haber revisado al menos tres veces que llevo todos los amuletos de protección que tengo: mi medalla de San Benito, un ojo turco y una cinta roja en la muñeca. Necesito todas las barreras posibles contra la mala suerte.
Las historias que he escuchado sobre lo que ocurre en martes y 13 son escalofriantes. Desde accidentes domésticos inexplicables hasta desgracias personales que nadie vio venir. Siempre me pregunto si esos relatos son exageraciones, pero cuando veo a personas a mi alrededor ser más precavidas, siento que no estoy solo en mi miedo. Incluso algunos de mis amigos, que se jactan de no creer en nada, no pueden evitar mirar con más cuidado al cruzar la calle o al tomar decisiones importantes.
El origen de esta superstición es un misterio que me intriga y me aterra al mismo tiempo. Dicen que el número 13 ha sido considerado de mala suerte desde tiempos inmemoriales, y que los martes están asociados con Marte, el dios de la guerra, lo que añade un toque de violencia y caos a la ecuación. Juntos, forman una combinación explosiva, una especie de tormenta perfecta de infortunios.
Mañana, como todos los martes y 13, trataré de llevar el día de la manera más normal posible, aunque sé que la ansiedad estará presente en cada momento. Evitaré tomar decisiones importantes, no comenzaré proyectos nuevos, y sobre todo, no me arriesgaré innecesariamente. Es un día para mantenerse en bajo perfil, para pasar desapercibido y no tentar a la mala suerte.
La tensión aumenta cuando me doy cuenta de que, por más que trate de evitar los peligros, no tengo control sobre todo lo que puede salir mal. A veces siento que el miedo a martes y 13 es como una profecía autocumplida; cuanto más temo, más probable es que algo malo ocurra. Es como si la energía negativa se alimentara de mi propio temor.
Aunque algunas personas me dicen que solo es un día como cualquier otro, no puedo ignorar los extraños incidentes que han ocurrido en mi vida en martes y 13. Desde pequeños accidentes domésticos hasta noticias inesperadamente malas, estos días siempre han dejado una huella de malestar en mí. Es difícil no ver un patrón cuando los ejemplos se acumulan con el tiempo.
Lo peor de todo es la anticipación. Saber que mañana es martes y 13 ya me tiene al borde, esperando el golpe, preparado para lo peor. Y aunque sé que, en teoría, todo es cuestión de azar, no puedo sacudirme la sensación de que algo siniestro está al acecho, esperando el momento oportuno para mostrar su cara.
Finalmente, cuando el día termine y haya pasado sin mayores contratiempos, me permitiré un suspiro de alivio. Pero siempre queda la duda, la pregunta que nunca se va: ¿fue suerte o simplemente logré esquivar un destino que estaba escrito en las estrellas? Mañana será un día largo, un día que me recordará que, aunque trate de racionalizar mis miedos, la superstición tiene un poder que no puedo ignorar.
Mañana es martes y 13, y no puedo evitar sentir un nudo en el estómago. Desde que tengo memoria, este día ha estado envuelto en una nube de supersticiones y malos presagios. No se trata de una simple coincidencia; es una fecha que siempre trae consigo una sensación de inquietud, como si el universo conspirara para que las cosas salgan mal.
Cada vez que se acerca un martes y 13, siento una necesidad casi compulsiva de ser más cauteloso. Es como si el peligro acechara en cada esquina, esperando el momento perfecto para atacar. No salgo de casa sin haber revisado al menos tres veces que llevo todos los amuletos de protección que tengo: mi medalla de San Benito, un ojo turco y una cinta roja en la muñeca. Necesito todas las barreras posibles contra la mala suerte.
Las historias que he escuchado sobre lo que ocurre en martes y 13 son escalofriantes. Desde accidentes domésticos inexplicables hasta desgracias personales que nadie vio venir. Siempre me pregunto si esos relatos son exageraciones, pero cuando veo a personas a mi alrededor ser más precavidas, siento que no estoy solo en mi miedo. Incluso algunos de mis amigos, que se jactan de no creer en nada, no pueden evitar mirar con más cuidado al cruzar la calle o al tomar decisiones importantes.
El origen de esta superstición es un misterio que me intriga y me aterra al mismo tiempo. Dicen que el número 13 ha sido considerado de mala suerte desde tiempos inmemoriales, y que los martes están asociados con Marte, el dios de la guerra, lo que añade un toque de violencia y caos a la ecuación. Juntos, forman una combinación explosiva, una especie de tormenta perfecta de infortunios.
Mañana, como todos los martes y 13, trataré de llevar el día de la manera más normal posible, aunque sé que la ansiedad estará presente en cada momento. Evitaré tomar decisiones importantes, no comenzaré proyectos nuevos, y sobre todo, no me arriesgaré innecesariamente. Es un día para mantenerse en bajo perfil, para pasar desapercibido y no tentar a la mala suerte.
La tensión aumenta cuando me doy cuenta de que, por más que trate de evitar los peligros, no tengo control sobre todo lo que puede salir mal. A veces siento que el miedo a martes y 13 es como una profecía autocumplida; cuanto más temo, más probable es que algo malo ocurra. Es como si la energía negativa se alimentara de mi propio temor.
Aunque algunas personas me dicen que solo es un día como cualquier otro, no puedo ignorar los extraños incidentes que han ocurrido en mi vida en martes y 13. Desde pequeños accidentes domésticos hasta noticias inesperadamente malas, estos días siempre han dejado una huella de malestar en mí. Es difícil no ver un patrón cuando los ejemplos se acumulan con el tiempo.
Lo peor de todo es la anticipación. Saber que mañana es martes y 13 ya me tiene al borde, esperando el golpe, preparado para lo peor. Y aunque sé que, en teoría, todo es cuestión de azar, no puedo sacudirme la sensación de que algo siniestro está al acecho, esperando el momento oportuno para mostrar su cara.
Finalmente, cuando el día termine y haya pasado sin mayores contratiempos, me permitiré un suspiro de alivio. Pero siempre queda la duda, la pregunta que nunca se va: ¿fue suerte o simplemente logré esquivar un destino que estaba escrito en las estrellas? Mañana será un día largo, un día que me recordará que, aunque trate de racionalizar mis miedos, la superstición tiene un poder que no puedo ignorar.