Antonio Carnicero Mancio: pintor de cámara y testigo de su tiempo
Publicado: Mar Ago 20, 2024 11:50 am
Antonio Carnicero Mancio: pintor de cámara y testigo de su tiempo
Antonio Carnicero Mancio (1748-1814) fue un destacado pintor y grabador español cuya obra refleja la transición entre los estilos rococó y neoclásico. Nacido en Salamanca, perteneció a una familia de artistas, lo que influyó notablemente en su carrera. Desde joven mostró talento en el dibujo y la pintura, formándose en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y completando su formación en Roma, donde se familiarizó con la tradición clásica y las obras de los grandes maestros.
Escenas taurinas, suerte de varas
A su regreso a España, Carnicero trabajó en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, colaborando con otros artistas en la creación de cartones para tapices destinados a la corte, como los que decoraron las habitaciones de la princesa de Asturias en el palacio de El Pardo.
Además de su labor en la Real Fábrica, destacó por sus grabados, especialmente su serie de ilustraciones para ediciones de "El Quijote" y su notable "Tauromaquia", que evidencian su habilidad como dibujante.
Ilustración y grabado Su talento fue especialmente evidente en su participación en la edición de lujo de "El Quijote", publicada por la Real Academia Española en 1780 y 1782. Esta edición, considerada un hito en la historia editorial española, contó con una serie de grabados que elevaron la calidad estética de la obra. Las ilustraciones de Carnicero capturan la esencia de los personajes y escenarios del clásico cervantino, combinando una precisión técnica con una profunda comprensión del texto. Estos grabados no solo demuestran su habilidad artística, sino también su capacidad para interpretar literariamente las escenas que representaba
Escenas taurinas, banderilleando
La serie de grabados titulada "Tauromaquia" Datada en 1790 esta serie es otro ejemplo de su maestría en este campo. Esta colección es considerada una de las más importantes sobre el tema de las corridas de toros, un tema de gran relevancia cultural también en la España de la época. Carnicero logró captar el dinamismo y la emoción de las escenas taurinas, reflejando tanto la dureza como la elegancia de este espectáculo. A través de estas obras, no solo documentó una parte integral de la cultura española, sino que también contribuyó al desarrollo del grabado como un medio para registrar y exaltar eventos contemporáneos. La "Tauromaquia" de Carnicero se inscribe en una tradición que influiría más tarde en otros grandes artistas, como Francisco de Goya.
En 1796, tras varios intentos, fue nombrado Pintor de Cámara del rey Carlos IV, lo que consolidó su carrera como retratista de la familia real y otras figuras importantes de la corte. Su estilo en los retratos evolucionó hacia un clasicismo más marcado, influenciado por el neoclasicismo que dominaba en Europa en esa época.
Escenas taurinas, Entrando a matar
Carnicero también es conocido por su participación en eventos históricos como la Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez, que inmortalizó en una de sus obras más conocidas.
Sin embargo, sus vínculos con la corte le llevaron a enfrentarse a dificultades políticas, especialmente durante la ocupación napoleónica, cuando, al igual que Francisco de Goya, se vio obligado a trabajar para José I Bonaparte. A pesar de las controversias y desafíos, Carnicero dejó un legado significativo en la pintura española, con obras que se encuentran hoy en importantes museos como el Museo del Prado, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros.
Las mulillas arrastran al toro
Antonio Carnicero Mancio (1748-1814) fue un destacado pintor y grabador español cuya obra refleja la transición entre los estilos rococó y neoclásico. Nacido en Salamanca, perteneció a una familia de artistas, lo que influyó notablemente en su carrera. Desde joven mostró talento en el dibujo y la pintura, formándose en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y completando su formación en Roma, donde se familiarizó con la tradición clásica y las obras de los grandes maestros.
A su regreso a España, Carnicero trabajó en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, colaborando con otros artistas en la creación de cartones para tapices destinados a la corte, como los que decoraron las habitaciones de la princesa de Asturias en el palacio de El Pardo.
Además de su labor en la Real Fábrica, destacó por sus grabados, especialmente su serie de ilustraciones para ediciones de "El Quijote" y su notable "Tauromaquia", que evidencian su habilidad como dibujante.
Ilustración y grabado Su talento fue especialmente evidente en su participación en la edición de lujo de "El Quijote", publicada por la Real Academia Española en 1780 y 1782. Esta edición, considerada un hito en la historia editorial española, contó con una serie de grabados que elevaron la calidad estética de la obra. Las ilustraciones de Carnicero capturan la esencia de los personajes y escenarios del clásico cervantino, combinando una precisión técnica con una profunda comprensión del texto. Estos grabados no solo demuestran su habilidad artística, sino también su capacidad para interpretar literariamente las escenas que representaba
La serie de grabados titulada "Tauromaquia" Datada en 1790 esta serie es otro ejemplo de su maestría en este campo. Esta colección es considerada una de las más importantes sobre el tema de las corridas de toros, un tema de gran relevancia cultural también en la España de la época. Carnicero logró captar el dinamismo y la emoción de las escenas taurinas, reflejando tanto la dureza como la elegancia de este espectáculo. A través de estas obras, no solo documentó una parte integral de la cultura española, sino que también contribuyó al desarrollo del grabado como un medio para registrar y exaltar eventos contemporáneos. La "Tauromaquia" de Carnicero se inscribe en una tradición que influiría más tarde en otros grandes artistas, como Francisco de Goya.
En 1796, tras varios intentos, fue nombrado Pintor de Cámara del rey Carlos IV, lo que consolidó su carrera como retratista de la familia real y otras figuras importantes de la corte. Su estilo en los retratos evolucionó hacia un clasicismo más marcado, influenciado por el neoclasicismo que dominaba en Europa en esa época.
Carnicero también es conocido por su participación en eventos históricos como la Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez, que inmortalizó en una de sus obras más conocidas.
Sin embargo, sus vínculos con la corte le llevaron a enfrentarse a dificultades políticas, especialmente durante la ocupación napoleónica, cuando, al igual que Francisco de Goya, se vio obligado a trabajar para José I Bonaparte. A pesar de las controversias y desafíos, Carnicero dejó un legado significativo en la pintura española, con obras que se encuentran hoy en importantes museos como el Museo del Prado, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros.