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De la granja al plato: una lección esencial para los niños de hoy

La vida se alimenta de vida. Desde pequeños, los niños deberían familiarizarse con la muerte y el proceso que implica obtener alimentos de origen animal, aprendiendo a distinguir entre animales domésticos, salvajes, de compañía, de consumo, de caza o de ganadería. La educación sobre estas relaciones esenciales entre los seres humanos y los animales, basada en una perspectiva racional, se está perdiendo progresivamente en las nuevas generaciones. ¡Comer, comer! y ¡crecer, crecer! la naturaleza es sabia.

Es básico que los niños sepan de dónde viene lo que comen. No hay nada más educativo que entender el ciclo natural.

Sin este aprendizaje, seguimos criando generaciones desconectadas de la realidad. Todo empieza en la educación.

Cousas claras! Comida da terra ou do mar, pero hai que entender de onde sae cada cousa.

Un chaval que entiende el campo, entiende la vida. Punto y aparte.

Es un tema serio. Si no aprenden de niños, el abismo entre la naturaleza y ellos será irreversible.

A mí esto me parece puro sentido común. No podemos seguir criando generaciones que piensan que los filetes crecen en bandejas de plástico. Hay que volver a las raíces y enseñarles a respetar el ciclo de la vida.

¡Los críos de hoy no sabrían ni ordeñar una cabra! La verdad duele, pero es la verdad.

Los alimentos no nacen en un supermercado ni en una fábrica. Hay todo un proceso detrás que implica vida, muerte y esfuerzo. Enseñar esto no solo es educativo, también es un acto de respeto hacia la naturaleza.

Las generaciones urbanitas están perdidas. Esto hay que solucionarlo con urgencia.