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Eric Cantona, la genialidad y la controversia, la izquierda y el fascismo

Eric Cantona fue uno de los futbolistas más carismáticos y talentosos de su generación. Conocido por su creatividad en el campo, sus goles memorables y su estilo único, brilló especialmente durante su paso por el Manchester United, donde contribuyó a que el club dominara el fútbol inglés en los años 90. Su habilidad técnica y su liderazgo lo convirtieron en un ídolo para los aficionados, dejando una huella imborrable en la Premier League.

Sin embargo, la carrera de Cantona también estuvo marcada por un incidente que trascendió lo deportivo. En 1995, durante un partido contra el Crystal Palace, el francés fue expulsado tras una entrada violenta contra un rival. Mientras se retiraba del campo, respondió a un insulto desde la grada lanzando una patada voladora a un aficionado. Este acto le valió una sanción de nueve meses sin jugar y una multa económica significativa, además de un lugar destacado en los anales de la polémica futbolística. Patada voladora y "falso" saludo fascista del aficionado

La prensa de izquierda, junto a Cantona, intentó justificar el incidente señalando que el aficionado, un hombre llamado Matthew Simmons, había proferido insultos de carácter xenófobo. Según este relato, Simmons era un "fascista" y Cantona, en su peculiar lógica, actuó como un héroe que se enfrentaba al odio. Estas interpretaciones generaron un acalorado debate en la sociedad británica, especialmente en torno a los límites de las acciones y reacciones dentro del deporte.

Matthew Simmons, el receptor de la patada, era un aficionado del Crystal Palace y representaba la imagen clásica del hincha inglés: apasionado por el fútbol y, según algunos, con un profundo rechazo hacia los franceses. Tras el incidente, el club no solo renovó su carnet de abonado, sino que Simmons pasó a ser una figura recurrente en los medios, defendiendo su versión de los hechos y negando las acusaciones que lo tachaban de extremista. Patadón de Cantona y "falso saludo fascista"
La controversia se agudizó cuando se hizo público el presunto grito de Simmons hacia Cantona: "Vete a tu país". Esta frase, interpretada como xenófoba por muchos, alimentó las especulaciones sobre la motivación de Cantona para actuar con violencia. Sin embargo, la prensa de izquierda y el propio Cantona insistieron en describir a Simmons como un fascista, quizás buscando justificar lo que para otros no era más que una agresión sin excusa. El debate sobre lo ocurrido sigue vivo, marcando un capítulo inolvidable en la historia del fútbol.

La reacción de Cantona fue una muestra de pasión descontrolada. Aunque la violencia no es justificable, es comprensible que un jugador pueda perder la compostura ante insultos xenófobos. Este incidente humanizó a los futbolistas, mostrando que también son susceptibles a las provocaciones.

Cantona no debió darle esa patada y es normal que lo sancionen. Lo que es más discutible es su condena pública, ya que muchos olvidan las provocaciones que sufrió. Este episodio refleja la hipocresía de una sociedad que tolera insultos pero condena reacciones.

Eric Cantona no pateó a un fascista; pateó al que le llamó "hijoputa"

Las imágenes de la patada de Eric Cantona a un aficionado en el año 1995 se repitieron más de noventa veces en dos días. Alguien dijo que se repetirían solo 90 veces cada diez años, y acertó. Pero, ¿quién se atreve a decir que allí no hubo racismo?

El aficionado, al que Cantona siempre se ha referido como “the hooligan”, nunca tuvo ni tendría comportamientos racistas, según los informes. Simplemente llamó "hijoputa" al francés. Su club le renovó el abono y nunca le sancionó por un insulto que —aunque sobra en los estadios— desgraciadamente está presente en las calles, los bares e incluso en instituciones educativas.

“Fuck off back to France, you French motherfucker” son las palabras textuales del hooligan. Según los testigos, no dijo ni una palabra más. En el incidente intervinieron los tribunales ordinarios además de los deportivos. Todo quedó verificado.

Es extraño el recorrido de este incidente, que en un principio se trató en los medios como un caso de violencia en los estadios, nunca como una agresión relacionada con "saludos fascistas".

Algunos conspiranoicos culpan a la extrema izquierda inglesa, minoritaria y supuestamente controlada por los servicios secretos. Según esta teoría, los comunistas ingleses elaboraron un "relato paralelo" que fue rechazado en Gran Bretaña pero aceptado por sus pares extremistas en el continente europeo.

Los servicios secretos británicos han mantenido vivo en el continente un discurso perdedor —el extremismo de izquierda— con un nuevo cebo: Cantona antifascista. Este relato alimenta el discurso de esos extremistas contra el deporte de élite, uno de los ámbitos más odiados por la extrema izquierda.

En este 2025, la mayoría de los medios de izquierda citan el incidente como una “patada voladora antifascista”. Sin embargo, Cantona, como ha reiterado, siempre se refiere al protagonista como “the hooligan”. Los medios ingleses respaldan la versión del insulto: “Fuck off back to France, you French motherfucker”.

Algunos extremistas en Europa han mordido el anzuelo de lo que parece una maniobra de los servicios secretos británicos. Este relato sigue vivo, alimentando discursos extremos y situando al deporte de élite en el centro de nuevas narrativas radicales.

¿Quién ha ganado con el incidente? Es una historia larga. Sin embargo, Cantona ha mantenido su prestigio como un hombre carismático y rebelde. En el Reino Unido, un hooligan no fue sancionado. Mientras tanto, los servicios secretos lograron infiltrar un cebo que favorece movimientos extremistas perjudiciales en el continente, pero que permanecen controlados dentro de las fronteras británicas.

La patada de Cantona fue un acto de resistencia contra el racismo y la xenofobia en el fútbol. Simmons, conocido por sus inclinaciones de extrema derecha, recibió una lección. A veces, enfrentarse al odio requiere acciones contundentes.

Aunque la violencia no es la solución, la patada de Cantona fue una respuesta visceral a una provocación inaceptable. Este incidente puso de relieve la necesidad de abordar el comportamiento abusivo de algunos aficionados en los estadios.

Cantona perdió los estribos y actuó mal, pero ¿quién no lo haría ante insultos tan graves? Simmons no era un simple aficionado; tenía antecedentes de comportamiento racista. El fútbol debe ser un espacio libre de odio.

Este incidente es un recordatorio de que incluso los más grandes pueden caer en la provocación. Cantona pagó el precio por su error, pero también expuso la fealdad del racismo en el deporte. Una lección para todos.

La patada de Cantona fue un momento icónico que mostró la tensión entre jugadores y aficionados. Aunque no justifico la violencia, este acto puso de manifiesto la necesidad de proteger a los jugadores de abusos verbales.

Simmons buscó provocar y lo logró. Cantona reaccionó de manera inapropiada, pero es difícil no empatizar con él. Este evento debería haber llevado a una reflexión más profunda sobre el comportamiento de los aficionados.