Toros y televisión: la injusticia cultural de nuestras pantallas
Publicado: Sab Mar 22, 2025 10:39 am
Toros y televisión: la injusticia cultural de nuestras pantallas
La tauromaquia es una industria cultural que genera ingresos netos para la Hacienda Pública, dinamiza economías locales, sostiene empleos directos e indirectos y mantiene viva una tradición patrimonial reconocida por ley. Sin embargo, esta realidad económica y social choca frontalmente con un silencio mediático que roza la censura. A diferencia de otras industrias culturales, subvencionadas y promocionadas sin reparos, los toros padecen una marginación activa en la televisión pública estatal y en la mayoría de los canales autonómicos.
Solo cinco comunidades autónomas —Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura y Aragón— cumplen con la legalidad y mantienen una programación taurina visible. A ellas se suma Castilla y León TV, de capital privado. Mientras, RTVE mantiene un veto ilegal desde 2016 y otras comunidades, como Cataluña o Galicia, simplemente ignoran esta expresión cultural. El caso de Valencia y Murcia es especialmente llamativo: apoyan el Premio Nacional de Tauromaquia pero prohíben los toros en sus canales.
Los datos de audiencia desmontan cualquier argumento en contra: Canal Sur alcanza un 12% de share con sus retransmisiones; Castilla-La Mancha Media ofreció 68 festejos en 2024; Telemadrid transmitirá toda la Feria de San Isidro. Esta desconexión entre oferta institucional y demanda popular revela una fractura preocupante: mientras los ciudadanos llenan plazas y sintonizan sus televisores, los responsables públicos actúan como si los toros no existieran.
Es necesario que las televisiones públicas normalicen lo que ya es normal en la calle: los toros siguen ahí, vivos, con fuerza. Si la cultura es reflejo de la sociedad, las pantallas no pueden convertirse en espejos deformantes. Ya no se trata solo de gusto o ideología, sino de equidad, legalidad y respeto a una parte esencial del alma española.
La tauromaquia es una industria cultural que genera ingresos netos para la Hacienda Pública, dinamiza economías locales, sostiene empleos directos e indirectos y mantiene viva una tradición patrimonial reconocida por ley. Sin embargo, esta realidad económica y social choca frontalmente con un silencio mediático que roza la censura. A diferencia de otras industrias culturales, subvencionadas y promocionadas sin reparos, los toros padecen una marginación activa en la televisión pública estatal y en la mayoría de los canales autonómicos.
Solo cinco comunidades autónomas —Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura y Aragón— cumplen con la legalidad y mantienen una programación taurina visible. A ellas se suma Castilla y León TV, de capital privado. Mientras, RTVE mantiene un veto ilegal desde 2016 y otras comunidades, como Cataluña o Galicia, simplemente ignoran esta expresión cultural. El caso de Valencia y Murcia es especialmente llamativo: apoyan el Premio Nacional de Tauromaquia pero prohíben los toros en sus canales.
Los datos de audiencia desmontan cualquier argumento en contra: Canal Sur alcanza un 12% de share con sus retransmisiones; Castilla-La Mancha Media ofreció 68 festejos en 2024; Telemadrid transmitirá toda la Feria de San Isidro. Esta desconexión entre oferta institucional y demanda popular revela una fractura preocupante: mientras los ciudadanos llenan plazas y sintonizan sus televisores, los responsables públicos actúan como si los toros no existieran.
Es necesario que las televisiones públicas normalicen lo que ya es normal en la calle: los toros siguen ahí, vivos, con fuerza. Si la cultura es reflejo de la sociedad, las pantallas no pueden convertirse en espejos deformantes. Ya no se trata solo de gusto o ideología, sino de equidad, legalidad y respeto a una parte esencial del alma española.