Foros Toreros

Tal día como hoy, 1 de mayo, en la Plaza de Madrid

La fecha del 1 de mayo, Día del Trabajo, ha tenido en la Plaza de Las Ventas una resonancia especial a lo largo de las décadas. Festividad nacional, día libre, y en muchos años, corrida en el cartel. Aunque no siempre haya coincidido con grandes gestas, sí ha sido escenario de tardes significativas. En 2004, por ejemplo, Serafín Marín cortó una oreja en una tarde seria, lidiando toros del Conde de la Maza y El Serrano, junto a Antonio Barrera y Sergio Aguilar. Fue un aldabonazo en su carrera y un aviso a la afición madrileña.

Un caso curioso se dio el 1 de mayo de 1993, cuando Jesús Janeiro, aún sin ser conocido como “Jesulín de Ubrique”, toreó una novillada que marcó el inicio de su meteórica carrera. Aquella tarde, compartió cartel con El Tato y Francisco Barroso frente a novillos de Jandilla. El público de Madrid, exigente y frío, empezó a fijarse en el rubio de Ubrique, aunque aún no imaginaba el fenómeno mediático que se avecinaba. Para muchos, esa fecha quedó anotada como la del primer zarpazo.

Hoy, 1 de mayo de 2025, no hay toros en Las Ventas. Pero la historia no se borra. La afición sabe que cada fecha tiene su memoria, y que la tauromaquia, como la vida, también guarda un calendario sentimental.

Increíble cómo una tarde sin expectación acabó siendo un ejemplo de entrega total. Marín y Aguilar se ganaron el respeto de todos, y Barrera cumplió con nota.

Aguilar me dejó con un nudo en la garganta. Dos volteretas y vuelve a salir. Eso no se entrena, eso se lleva dentro.

Lees las crónicas y te percatas que hay algo diferente en los toreros, comportamientos que se repiten: Aguilar dejó al público con un nudo en la garganta: Dos volteretas y volvió a salir. Eso no se entrena, eso se lleva dentro.

El cartel era modesto, sí, pero en esa modestia está la grandeza. El valor no entiende de nombres grandes ni de corridas mediáticas. Había que dar ese primer paso. Despacio, pero seguro.

No entiendo cómo se permiten estos fallos de previsión ganadera en Sevilla. Menos mal que los toreros salvaron la tarde con hombría.

Fue una tarde de toreros de verdad. Nada de figuras, pero sí de verdad y coraje. El toreo auténtico no siempre brilla en letras grandes.