4-3 en el Clásico y el afeitado de los toros todo es uno
Publicado: Lun May 12, 2025 12:09 am
4-3 en el Clásico y el afeitado de los toros todo es uno
El afeitado de los toros es un delito; pero hace la vista gorda unas autoridades; otras autoridades exhiben su manga ancha; unos cuantos se aprovechan; el que padece es el público; y a la larga, las consecuencias se ven en la pérdida de interés por parte de los aficionados y no van a los toros.
En el primer gol del Real Madrid el portero que cometió penalti debió ser expulsado; o, cuando menos -y ya sería injusto- recibir tarjeta amarilla. Ni amonestación, ni, por supuesto, expulsión. Esto es corrupción. La corrupción ya no es un hecho puntual.
Hay una parte de los aficionados que acepta esta corrupción -no hablo de los aficionados de Barcelona- hablo de los aficionados de otros equipos, como el Athletic de Bilbao o del Atlético de Madrid. Que pierda el Real Madrid es el primer mandamiento del atlético o del seguidor del Ahtletic. Y en esta "manga ancha" de los aficionados entra la corrupción en el deporte. Y lo mismo que se acepta la corrupción en el deporte, se acepta la corrupción en la política, a todos los niveles: nacional, autonómica y en los ayuntamientos.
En resumen: en la corrupción en el fútbol está el reflejo de la corrupción en el resto de la sociedad. Hay aficionados, de la Real Sociedad o del Sevilla, que "seguirán" la narrativa oficial; la corrupción crece alrededor de estos aficionados y se expande. Corrupción en el deporte; fraude en los toros; corrupción en política... y un rebaño de gente que niega la corrupción en el deporte porque prefieren ver cómo le roban a su rival, aunque ellos sean las mayores víctimas de esos robos.
Llevamos muchos años aceptando que los árbitros están sometidos a presiones ocultas; ese clima de corrupción es el caldo de cultivo para la corrupción a todos los niveles, incluyendo el fraude en los toros.
El afeitado de los toros es un delito; pero hace la vista gorda unas autoridades; otras autoridades exhiben su manga ancha; unos cuantos se aprovechan; el que padece es el público; y a la larga, las consecuencias se ven en la pérdida de interés por parte de los aficionados y no van a los toros.
En el primer gol del Real Madrid el portero que cometió penalti debió ser expulsado; o, cuando menos -y ya sería injusto- recibir tarjeta amarilla. Ni amonestación, ni, por supuesto, expulsión. Esto es corrupción. La corrupción ya no es un hecho puntual.
Hay una parte de los aficionados que acepta esta corrupción -no hablo de los aficionados de Barcelona- hablo de los aficionados de otros equipos, como el Athletic de Bilbao o del Atlético de Madrid. Que pierda el Real Madrid es el primer mandamiento del atlético o del seguidor del Ahtletic. Y en esta "manga ancha" de los aficionados entra la corrupción en el deporte. Y lo mismo que se acepta la corrupción en el deporte, se acepta la corrupción en la política, a todos los niveles: nacional, autonómica y en los ayuntamientos.
En resumen: en la corrupción en el fútbol está el reflejo de la corrupción en el resto de la sociedad. Hay aficionados, de la Real Sociedad o del Sevilla, que "seguirán" la narrativa oficial; la corrupción crece alrededor de estos aficionados y se expande. Corrupción en el deporte; fraude en los toros; corrupción en política... y un rebaño de gente que niega la corrupción en el deporte porque prefieren ver cómo le roban a su rival, aunque ellos sean las mayores víctimas de esos robos.
Llevamos muchos años aceptando que los árbitros están sometidos a presiones ocultas; ese clima de corrupción es el caldo de cultivo para la corrupción a todos los niveles, incluyendo el fraude en los toros.