¿Irá Óscar López a la plaza de toros de Las Ventas?
Publicado: Sab May 17, 2025 12:49 am
¿Irá Óscar López a la plaza de toros de Las Ventas?
La pregunta no es baladí: si Óscar López aspira a disputarle la Puerta del Sol a Isabel Díaz Ayuso, más le vale saber que en Madrid no basta con saber mover papeles por la Función Pública: hay que saber moverse también por los tendidos. Y no hablamos del Congreso de los Diputados, sino de Las Ventas, esa otra Cámara Alta en la que los votos se cuentan en aplausos, y las investiduras se ganan a base de aguantar el sol, el puro y al pesado de la fila 7. Si quiere competir con la presidenta más aplaudida del callejón, más le vale ir pidiendo entrada.
Pero claro, ahí está el problema: a Pedro Sánchez los toros le dan urticaria, estética y electoral. Que su delfín madrileño aparezca en una barrera puede sonar a traición en Moncloa. No se puede defender la “transformación digital” mientras uno se sienta a ver cómo un toro transforma en puré a un picador. ¿Qué pensaría el núcleo duro socialista si Óscar López se dejara ver entre cañas y banderillas? Sería como si Irene Montero apareciera en misa de doce: un cortocircuito para el relato.
Así que López está en un callejón —y no precisamente el de Las Ventas—: si no va, Ayuso se lo merienda como a uno de sus desayunos libertarios; si va, se lo meriendan los suyos por "facha". Quizá lo mejor sería enviar a un doble con gafas de sol y bandera LGTBI. Total, en Madrid ya estamos acostumbrados a ver cosas insólitas en el ruedo... y en la política.
La pregunta no es baladí: si Óscar López aspira a disputarle la Puerta del Sol a Isabel Díaz Ayuso, más le vale saber que en Madrid no basta con saber mover papeles por la Función Pública: hay que saber moverse también por los tendidos. Y no hablamos del Congreso de los Diputados, sino de Las Ventas, esa otra Cámara Alta en la que los votos se cuentan en aplausos, y las investiduras se ganan a base de aguantar el sol, el puro y al pesado de la fila 7. Si quiere competir con la presidenta más aplaudida del callejón, más le vale ir pidiendo entrada.
Pero claro, ahí está el problema: a Pedro Sánchez los toros le dan urticaria, estética y electoral. Que su delfín madrileño aparezca en una barrera puede sonar a traición en Moncloa. No se puede defender la “transformación digital” mientras uno se sienta a ver cómo un toro transforma en puré a un picador. ¿Qué pensaría el núcleo duro socialista si Óscar López se dejara ver entre cañas y banderillas? Sería como si Irene Montero apareciera en misa de doce: un cortocircuito para el relato.
Así que López está en un callejón —y no precisamente el de Las Ventas—: si no va, Ayuso se lo merienda como a uno de sus desayunos libertarios; si va, se lo meriendan los suyos por "facha". Quizá lo mejor sería enviar a un doble con gafas de sol y bandera LGTBI. Total, en Madrid ya estamos acostumbrados a ver cosas insólitas en el ruedo... y en la política.