Foros Toreros

¿De derechas? La trampa de politizar la tauromaquia

A estas alturas ya no extraña que algunos repitan, como si descubrieran algo, que “los toros son de derechas”. No importa la historia, ni la diversidad de sus protagonistas, ni la pluralidad de su afición. La consigna se impone por agotamiento: decirlo mucho acaba convirtiéndolo en verdad para quien necesita una diana ideológica.

Lo inquietante no es que lo digan, sino que lo hagan con la clara voluntad de convertir un arte en trinchera. Y eso es profundamente reaccionario, aunque se disfrace de modernidad. No buscan entender la tauromaquia: buscan reducirla, arrinconarla, declararla enemiga pública. La cultura, si no encaja en el relato, se sacrifica.

El problema no son los toros. El problema es el uso que algunos hacen de ellos como espantajo electoral. Y mientras tanto, en el ruedo, sigue latiendo algo que ni la consigna ni el cartel lo pueden explicar del todo. ¿O acaso la belleza tiene ideología?

Etiquetar la tauromaquia es como tratar de domar un relámpago. En el momento en que la encasillas, la traicionas. El toreo es una grieta en la lógica, no un programa electoral. Y eso es lo que algunos no soportan.

Ya me dirás tú si Alberti, Bergamín, Buñuel o Arrabal se sacaron carné del PP para ir a los toros. La etiqueta "de derechas" es tan cómoda como falsa. Es como decir que la poesía es facha si no lleva pancarta. Ridículo.

Esto lo he vivido yo en la plaza de mi pueblo. Te miran raro si aplaudes un natural bien dado. Como si solo por estar allí ya fueras cómplice de no sé qué crimen histórico. Señores, que yo vengo a ver arte, no a votar.

El artículo apunta con acierto a un fenómeno cultural: la necesidad de algunos sectores de crear antagonismos simbólicos. La tauromaquia no se juzga como forma estética, sino como emblema. Es una operación simplificadora, ideológicamente rentable.

Cuando mi madre me llevaba a los toros, no pensábamos en política. Pensábamos en la belleza, en el miedo, en la emoción. A veces me da tristeza ver que lo han convertido en una guerra de banderas. Esto no era así.

Pero seamos claros: parte del problema lo hemos creado desde dentro. Ciertos gestos, ciertos discursos, ciertas alianzas han contribuido a esa imagen derechosa. Si no cuidamos el relato, otros lo escribirán por nosotros.

El problema es que ya no se discute de lidia, de faena o de encastes. Se discute de trincheras. Y si la conversación no vuelve al toro, al ruedo, a la técnica, entonces nos han ganado la batalla cultural sin pelearla.

o que ahora llaman apropiación ideológica es amnesia selectiva. La historia de la tauromaquia está llena de pluralidad política. De hecho, los intentos de politizarla siempre acabaron mal. Porque el toro no entiende de eso.

¡Claro que los toros son de derechas! Y de izquierdas, y del centro, y del más allá. Son de quien los quiere y los entiende. El problema es que algunos quieren quedarse solos en la fiesta, como en las procesiones.