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Confirmación de un torero: Diego San Román y su verdad en Madrid

Diego San Román es un matador de toros mexicano nacido el 10 de noviembre de 1995 en Querétaro, México. Hijo del también matador Óscar San Román, creció en un ambiente taurino que marcó su vocación desde temprana edad. Se formó en la Escuela Taurina de Sevilla y en la Escuela José Cubero "Yiyo" de Madrid, consolidando una sólida base técnica y artística. Su debut con picadores tuvo lugar el 28 de enero de 2018 en León, Guanajuato, donde cortó tres orejas, mostrando desde entonces una proyección notable. Tomó la alternativa el 12 de diciembre de 2021 en la Plaza México, con Antonio Ferrera como padrino y Morante de la Puebla y Diego Silveti como testigos, lidiando un toro de Bernaldo de Quirós.

El 25 de mayo de 2025, San Román confirmó su alternativa en la Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid, en el marco de la Feria de San Isidro. Actuó como padrino Curro Díaz y como testigo Román, enfrentando toros de la ganadería de Fuente Ymbro. En su primer toro, "Infortunado", mostró determinación y temple, destacando por su valor y entrega. En el sexto toro, "Judío", de 561 kilos, se enfrentó a un animal de gran seriedad y peligro, realizando una faena de gran mérito basada en la mano izquierda, con muletazos al natural de gran profundidad y una estocada efectiva. Su actuación fue reconocida con saludos desde el tercio en ambos toros, dejando una impresión positiva en la afición madrileña.

Además de su destacada actuación en Madrid, San Román ha tenido otras corridas notables en su trayectoria reciente. En la Feria de San Juan del Río, en Querétaro, cortó cuatro orejas y bordó el toreo, consolidándose como un torero de extraordinaria calidad y líder de su generación.

Con una trayectoria ascendente y actuaciones destacadas tanto en México como en España, Diego San Román se perfila como una de las grandes promesas del toreo actual, combinando valor, técnica y una profunda comprensión del arte taurino.

Lo de Diego San Román me pareció una presentación muy seria. No soy fácil de impresionar, pero verle comerse ese sexto toro sin un mal gesto me ganó. Tiene valor, pero también cabeza, que es lo que distingue a los buenos de los temerarios. No le dieron oreja, pero dejó claro que quiere quedarse.

A triunfar ruidosamente o a fracasar estrepitosamente, a eso se va a las Ventas de Madrid.

Este chaval suena a compás. No es que ande sobrado de pellizco, pero hay una manera de estarse quieto y mandar que es música. Yo vi su actuación en diferido y me llamó mucho la atención cómo se colocaba y cómo tiraba del toro. A veces más que valor hace falta alma, y a mí me tocó.

La cornada no se la llevó de milagro, pero eso es lo que hace afición. A mí me va más el toreo artístico, pero reconozco que lo de San Román fue una lección de huevos. Sin teatro, sin buscar el aplauso fácil. Dejó el nombre de México muy arriba. Ahora hay que verlo con otro tipo de toros.

Este torero tiene algo que no se entrena: autenticidad. Lo vi por televisión y no pude evitar acordarme de los tiempos en que el valor no era pose, sino verdad. No sé si llegará a figura, pero que le apunten ya para más corridas de responsabilidad. En Madrid no se regalan los silencios, y él los convirtió en respeto.

ubo momentos en los que la plaza quiso estallar con él. Es verdad que no ligó todo lo que pudo, pero cuando un torero pone la femoral y no pestañea, el tendido lo siente. Si llega a matar de forma más certera, otra historia estaríamos contando. Aún así, gustó mucho. Tiene fondo.