El arte de Jarocho sacude Burgos
Publicado: Lun Jun 30, 2025 11:14 am
El arte de Jarocho sacude Burgos
Todavía se me eriza la piel al recordarlo. Lo de Jarocho ayer en Burgos fue un auténtico recital de torería del bueno, de ese que huele a clasicismo del puro. El torero burgalés, en su primera corrida de la temporada, se plantó en su tierra con un propósito claro: dejar huella. Y vaya si lo consiguió.
Con su primer toro —el tercero de la tarde— demostró desde el saludo capotero que venía a por todas. Faena de sabor, de las que se paladean despacio, con personalidad, distinción y ese temple que no se finge. Solo el mal uso del acero le privó de cortar las dos orejas.
Y con el sexto, volvió a sacar su mejor versión. Toreó muy despacio, con la muleta arrastrando por el albero, y logró domeñar una embestida nada fácil con elegancia y aplomo. Faena de notable dimensión por ambas manos, que remató con un espadazo de ley. Tardó en caer el toro, y por eso la recompensa fue una sola oreja, pero ¡qué oreja! De peso, de las que valen más por lo que cuentan que por lo que lucen.
Ayer Jarocho no solo reivindicó su sitio, lo exigió con argumentos de torero grande. Y yo, como aficionado de a pie, solo puedo decir: ¡bendita sea la tarde en la que Burgos volvió a soñar con su torero!
Todavía se me eriza la piel al recordarlo. Lo de Jarocho ayer en Burgos fue un auténtico recital de torería del bueno, de ese que huele a clasicismo del puro. El torero burgalés, en su primera corrida de la temporada, se plantó en su tierra con un propósito claro: dejar huella. Y vaya si lo consiguió.
Con su primer toro —el tercero de la tarde— demostró desde el saludo capotero que venía a por todas. Faena de sabor, de las que se paladean despacio, con personalidad, distinción y ese temple que no se finge. Solo el mal uso del acero le privó de cortar las dos orejas.
Y con el sexto, volvió a sacar su mejor versión. Toreó muy despacio, con la muleta arrastrando por el albero, y logró domeñar una embestida nada fácil con elegancia y aplomo. Faena de notable dimensión por ambas manos, que remató con un espadazo de ley. Tardó en caer el toro, y por eso la recompensa fue una sola oreja, pero ¡qué oreja! De peso, de las que valen más por lo que cuentan que por lo que lucen.
Ayer Jarocho no solo reivindicó su sitio, lo exigió con argumentos de torero grande. Y yo, como aficionado de a pie, solo puedo decir: ¡bendita sea la tarde en la que Burgos volvió a soñar con su torero!