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Foros Toreros • Horacio Lengo, la elegancia malagueña del pintor que dejó de ver
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Horacio Lengo, la elegancia malagueña del pintor que dejó de ver

Publicado: Mié Jul 02, 2025 7:56 pm
por EstoEsElPueblo
Horacio Lengo, la elegancia malagueña del pintor que dejó de ver

Horacio Lengo y Martínez de Baños fue un pintor que hizo del silencio una forma de belleza. Nacido en Torremolinos, Málaga, en 1834, su vida estuvo marcada por la elegancia, el detalle y una lucha final contra la oscuridad literal: la pérdida progresiva de la vista.

Pertenecía a una familia acomodada y cosmopolita. Su abuelo había sido cónsul en Trieste y la Toscana, y aquella influencia internacional impregnó su sensibilidad desde niño. Entre cortinas de lino y porcelanas traídas del norte de Italia, Horacio descubrió los primeros dibujos en aguada, técnica con la que comenzó realizando caricaturas privadas de la alta sociedad malagueña.
Horacio Lengo.jpg
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Su formación artística transcurrió en Cádiz bajo la tutela de Serafín Martínez del Rincón, figura académica de gran rigor. Allí aprendió que un retrato debía captar no solo el rostro, sino el aire que lo rodea. Aquello le marcó para siempre.

En 1872 fue nombrado secretario de la sección de Bellas Artes del Liceo de Málaga, uno de los epicentros culturales de la ciudad. Desde esa tribuna, organizó tertulias, exposiciones y debates. Lengo era un hombre refinado, pero también un puente entre artistas y burgueses ilustrados.

Entre los géneros que cultivó destacan los retratos femeninos, que bordeaban lo miniaturista; las composiciones florales con aves tropicales, donde el detalle botánico se volvía arte; y escenas costumbristas que evitaban la caricatura fácil. Su célebre La moraga retrata una noche junto al mar con más veracidad que nostalgia.

En palabras del crítico José Luis Olmedo, que lo estudió en profundidad: “Lengo no pintaba para demostrar, pintaba para sugerir. Por eso su obra resiste el paso del tiempo con la misma delicadeza con que fue concebida.”
Horacio Lengo Cartel plaza de Málaga
Horacio Lengo Cartel plaza de Málaga.png
A finales de los años setenta viajó a París. Allí, en el París de los impresionistas y de la especulación artística, supo abrirse paso sin renunciar a su estilo. Colocó obras en colecciones privadas francesas y participó en subastas con relativo éxito. Vendía, pero no se dejaba vender.

Durante esa etapa internacional, adaptó su obra a formatos más comerciales, pero mantuvo el refinamiento. Flores, retratos y aves exóticas le dieron prestigio en el mercado franco-belga. Sin embargo, la enfermedad ya se insinuaba.

A mediados de los 80, comenzó a perder visión. Para un pintor de precisión, aquello era el abismo. Volvió a Madrid, donde el taller se convirtió en una especie de celda. El pincel temblaba. La paleta, que había sido riqueza, empezó a parecerle un lenguaje que ya no dominaba.

El 3 de julio de 1890, en pleno siglo de las luces, Horacio Lengo se quitó la vida ahorcándose en su estudio. No dejó cartas. Solo cuadros. Fue enterrado discretamente en Madrid. Su muerte fue una conmoción en el reducido pero culto círculo que lo admiraba.

Era tío de Francisco y Tomás Sancha Lengo, jóvenes pintores que prolongaron la tradición familiar dentro de la escuela malagueña, aunque con menor fortuna crítica. Su legado, sin embargo, siguió latiendo en los lienzos de flores, en los perfiles femeninos y en el silencio medido de sus escenas.
Una moraga Horacio Lengo
Hoy, Horacio Lengo es un nombre que permanece entre dos aguas: ni olvidado del todo, ni celebrado como merece. Pero quienes se detienen frente a una de sus obras sienten, con asombro, que algo delicado está a punto de desaparecer.