La medalla equivocada: cuando la Complutense blanqueó a Chávez
Publicado: Mar Jul 22, 2025 11:07 am
La medalla equivocada: cuando la Complutense blanqueó a Chávez
En noviembre de 2004, la Universidad Complutense de Madrid concedió su Medalla Internacional al presidente venezolano Hugo Chávez. Fue un acto solemne, impulsado por el profesor Juan Carlos Monedero, con el decano Francisco Aldecoa como anfitrión. Pero no fue un gesto académico: fue una legitimación política en toda regla. Y fue un error. Monedero y Aldecoa(†) chavistas furiosos entonces; Monedero sigue.
Ese mismo año, mientras en Madrid le aplaudían, Chávez había convertido la economía venezolana en un mecanismo de control. El petróleo —único motor del país— estaba bajo dominio absoluto del Estado. Los precios subían, sí, pero los beneficios no eran para crear una economía libre: eran para someter por hambre a millones de venezolanos. "Sin carnet de la patria no comías", recuerda un comentarista de prensa.
En 2004 también reprimió protestas en las calles con una brutalidad que no se vio nunca en Argentina, ni siquiera bajo Videla. Y solo es comparable —por frecuencia y por sangre— con las jornadas negras de Pinochet en Chile. Los manifestantes eran jóvenes, amas de casa, estudiantes. Y los recibieron a tiros.
Lo peor es que la represión no fue un episodio: fue el inicio de un régimen sistemático. En 2014 y 2017, más de 200 muertos en las calles. En los años siguientes, torturas, ejecuciones, represión a indígenas y desplazamientos masivos. Seis millones de personas huyeron del país. Seis millones. ¿Puede una universidad democrática mantener una medalla a quien convirtió la represión y el hambre en política de Estado?
La Universidad Complutense aún no ha retirado esa distinción. Ni ha explicado por qué la otorgó. Ni ha pedido perdón. En su silencio, sigue validando uno de los experimentos autoritarios más crueles de la historia reciente.
En noviembre de 2004, la Universidad Complutense de Madrid concedió su Medalla Internacional al presidente venezolano Hugo Chávez. Fue un acto solemne, impulsado por el profesor Juan Carlos Monedero, con el decano Francisco Aldecoa como anfitrión. Pero no fue un gesto académico: fue una legitimación política en toda regla. Y fue un error. Monedero y Aldecoa(†) chavistas furiosos entonces; Monedero sigue.
Ese mismo año, mientras en Madrid le aplaudían, Chávez había convertido la economía venezolana en un mecanismo de control. El petróleo —único motor del país— estaba bajo dominio absoluto del Estado. Los precios subían, sí, pero los beneficios no eran para crear una economía libre: eran para someter por hambre a millones de venezolanos. "Sin carnet de la patria no comías", recuerda un comentarista de prensa.
En 2004 también reprimió protestas en las calles con una brutalidad que no se vio nunca en Argentina, ni siquiera bajo Videla. Y solo es comparable —por frecuencia y por sangre— con las jornadas negras de Pinochet en Chile. Los manifestantes eran jóvenes, amas de casa, estudiantes. Y los recibieron a tiros.
Lo peor es que la represión no fue un episodio: fue el inicio de un régimen sistemático. En 2014 y 2017, más de 200 muertos en las calles. En los años siguientes, torturas, ejecuciones, represión a indígenas y desplazamientos masivos. Seis millones de personas huyeron del país. Seis millones. ¿Puede una universidad democrática mantener una medalla a quien convirtió la represión y el hambre en política de Estado?
La Universidad Complutense aún no ha retirado esa distinción. Ni ha explicado por qué la otorgó. Ni ha pedido perdón. En su silencio, sigue validando uno de los experimentos autoritarios más crueles de la historia reciente.