Antoñete, el clásico eterno de Las Ventas
Publicado: Vie Sep 26, 2025 5:35 pm
Antoñete, el clásico eterno de Las Ventas
Antonio Chenel Antoñete (Madrid, 24 de junio de 1932 – Majadahonda, 22 de octubre de 2011) fue uno de los toreros más emblemáticos de la tauromaquia española. Nació en una familia humilde ligada a Las Ventas: su padre trabajaba en la Casa de la Moneda y su cuñado, Paco Parejo, era mayoral del coso madrileño. De niño jugaba en corrales y cuadras, sirviendo de toro a los diestros en sus entrenamientos. Admiró a Manolete, cuya estética y compostura marcaron su concepto del toreo, e incluso imitó su forma de fumar. En 1946 vistió por primera vez de luces y entre 1949 y 1952 actuó en novilladas hasta debutar con picadores. Julio Aparicio y como testigo Pedrés cede el toro "Carvajal" de Francisco 'Curro' Chica a Antonio Chenl, Antoñete
Tomó la alternativa en Castellón el 8 de marzo de 1953, de manos de Julio Aparicio y con Luis Miguel Dominguín como testigo, frente a toros de Osborne. Confirmó en Madrid el 13 de mayo del mismo año, con Rafael Ortega de padrino. Su primera etapa (1953-1975) estuvo jalonada de cornadas, altibajos y temporadas irregulares, pero también de tardes históricas. La más recordada, el 15 de mayo de 1966 en Las Ventas, cuando cuajó la faena al toro Atrevido, de Osborne, con más de sesenta muletazos que lo consagraron como torero de culto para la afición madrileña.
Se retiró en 1975, pero en 1981 reapareció en Madrid con una segunda juventud que lo llevó a protagonizar otra cima de su carrera: la faena al toro Cantinero, de Garzón, el 7 de junio de 1985, considerada por muchos críticos aún más perfecta que la de 1966. Toreó entonces con técnica depurada y sabiduría, capaz de emocionar sin apoyarse en la fuerza física. En los años siguientes vivió reapariciones sucesivas, hasta colgar los trastos definitivamente en 2001, tras sufrir una crisis cardiorrespiratoria en Burgos. Ese mismo año recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, reconocimiento de su aportación a la cultura española.
Su estilo fue puro y clásico, de muleta baja y temple largo, herencia de Belmonte y Manolete. En la media verónica encontraba una de sus señas de identidad. Su irregularidad lo hizo cercano, pero sus grandes tardes en Las Ventas lo elevaron a mito. Tras los ruedos, ejerció como comentarista en radio y televisión, junto a Manolo Molés, transmitiendo con claridad el lenguaje del toreo.
En lo personal, Antoñete se casó en primeras nupcias con Pilar López Quesada, con quien tuvo varios hijos, entre ellos el torero Antonio Chenel López-Quesada. Mantuvo más tarde una relación conocida con la actriz Charo López, y en 1997 contrajo matrimonio en Madrid con la francesa Carina Bocos, bastante más joven que él, que lo acompañó hasta el final de su vida. Hombre de contrastes, solitario y fumador empedernido, su salud se fue resintiendo hasta padecer un enfisema pulmonar crónico. Falleció en Majadahonda el 22 de octubre de 2011, a los 79 años, víctima de una bronconeumonía, y fue enterrado en el Cementerio de La Almudena.
La afición madrileña lo lloró como a uno de los suyos. Su estatua en Las Ventas y la glorieta con su nombre en Valdebebas mantienen vivo el recuerdo de quien fue, para siempre, el torero de Madrid: un clásico eterno, ejemplo de pureza y verdad.
Antonio Chenel Antoñete (Madrid, 24 de junio de 1932 – Majadahonda, 22 de octubre de 2011) fue uno de los toreros más emblemáticos de la tauromaquia española. Nació en una familia humilde ligada a Las Ventas: su padre trabajaba en la Casa de la Moneda y su cuñado, Paco Parejo, era mayoral del coso madrileño. De niño jugaba en corrales y cuadras, sirviendo de toro a los diestros en sus entrenamientos. Admiró a Manolete, cuya estética y compostura marcaron su concepto del toreo, e incluso imitó su forma de fumar. En 1946 vistió por primera vez de luces y entre 1949 y 1952 actuó en novilladas hasta debutar con picadores. Julio Aparicio y como testigo Pedrés cede el toro "Carvajal" de Francisco 'Curro' Chica a Antonio Chenl, Antoñete
Tomó la alternativa en Castellón el 8 de marzo de 1953, de manos de Julio Aparicio y con Luis Miguel Dominguín como testigo, frente a toros de Osborne. Confirmó en Madrid el 13 de mayo del mismo año, con Rafael Ortega de padrino. Su primera etapa (1953-1975) estuvo jalonada de cornadas, altibajos y temporadas irregulares, pero también de tardes históricas. La más recordada, el 15 de mayo de 1966 en Las Ventas, cuando cuajó la faena al toro Atrevido, de Osborne, con más de sesenta muletazos que lo consagraron como torero de culto para la afición madrileña.
Se retiró en 1975, pero en 1981 reapareció en Madrid con una segunda juventud que lo llevó a protagonizar otra cima de su carrera: la faena al toro Cantinero, de Garzón, el 7 de junio de 1985, considerada por muchos críticos aún más perfecta que la de 1966. Toreó entonces con técnica depurada y sabiduría, capaz de emocionar sin apoyarse en la fuerza física. En los años siguientes vivió reapariciones sucesivas, hasta colgar los trastos definitivamente en 2001, tras sufrir una crisis cardiorrespiratoria en Burgos. Ese mismo año recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, reconocimiento de su aportación a la cultura española.
Su estilo fue puro y clásico, de muleta baja y temple largo, herencia de Belmonte y Manolete. En la media verónica encontraba una de sus señas de identidad. Su irregularidad lo hizo cercano, pero sus grandes tardes en Las Ventas lo elevaron a mito. Tras los ruedos, ejerció como comentarista en radio y televisión, junto a Manolo Molés, transmitiendo con claridad el lenguaje del toreo.
En lo personal, Antoñete se casó en primeras nupcias con Pilar López Quesada, con quien tuvo varios hijos, entre ellos el torero Antonio Chenel López-Quesada. Mantuvo más tarde una relación conocida con la actriz Charo López, y en 1997 contrajo matrimonio en Madrid con la francesa Carina Bocos, bastante más joven que él, que lo acompañó hasta el final de su vida. Hombre de contrastes, solitario y fumador empedernido, su salud se fue resintiendo hasta padecer un enfisema pulmonar crónico. Falleció en Majadahonda el 22 de octubre de 2011, a los 79 años, víctima de una bronconeumonía, y fue enterrado en el Cementerio de La Almudena.
La afición madrileña lo lloró como a uno de los suyos. Su estatua en Las Ventas y la glorieta con su nombre en Valdebebas mantienen vivo el recuerdo de quien fue, para siempre, el torero de Madrid: un clásico eterno, ejemplo de pureza y verdad.