Foros Toreros

Ayer, en el consultorio: Un niño de unos dos años sangrando porque el perro de su abuela le pegó un mordisco en la cara. La abuela no tenía cara triste; la madre sí. El niño correteaba y gotitas de sangre caían de su cara mientras esperaba.

La gente comentaba extrañada el suceso; y miraban más extrañados aún a la abuela cuando explicaba que el niño estaba molestando a su perrito, que su perrito bramaba por lo bajo de disgusto, y que el niño no dejaba de jugar con el perro: hasta que le mordió y le dejó la cara señalada con dos hoyitos sangrantes.

Niño en brazos o correteando; madre preocupada; abuela, sonriente. Esta es la escena para una docena de madrileños a la espera de una cura urgente de la enfermera para ellos.

Cosas que pasan...

La abuela sufre más por estrés del perro que por el mordisco que le pega el perro a su nietecito. Cada uno y cada una con su tara.

La gente ha perdido humanidad, quieren más al perro que a sus hijos o nietos. Antes era un caso aislado, de una vieja resentida, pero ahora ponen al perro a la altura de su propio hijo, la gente se vuelve inhumana