Foros Toreros

La corrida de toros de Aranjuez ha dado para mucha polémica dentro y fuera del ruedo. Pero lo que ha pasado con las defensas de los toros ha desbordado y llegado a páginas como Abc. El toro debe dar miedo, imponer, al toro se le trata de usted, o no hay corrida.

Toros afeitados es una lacra del toreo desde hace más de medio siglo largo. el problema gordo son los que debían vigilar y no lo hacen.

CazaTalentos escribió: ↑

Mié Jun 02, 2021 12:49 am

el problema gordo son los que debían vigilar y no lo hacen.

y los que tienen que vigilar a los "vigilantes" son el principal problema.

El toro no puede salir cojo, ya sabemos, y la cojera es tan visible como "el afeitado" y en esto se perdona a demasiada gente; como son demasiados, el mal se expande. Hace falta una autoridad competente y reconocida por todos. O vamos a peor. Y ya estamos mal.

El vigilante y el que vigila al vigilante son los responsables del desastre de público en las corridas de toros, de la constante pérdida de aficionados. Un toro que pasa a ser un buey acerca la corrida más al circo que a la emoción de la tauromaquia.

Es un problema fácil de resolver: se le pone un velcro al toro y se lijan los cuernos. O se hace una corrida como dios manda. Todo lo demás es enfriar la emoción de las corridas de toros; y, sin emoción, deja de ser el espectáculo que conocemos y se hace circo.

Esto es esencial, deslucen mucho la fiesta esas heridas en los pitones que se causan los mismos toros o novillos. Y por no mencionar "los arreglos" de astas, esto es que debe pasar a la sección de sanciones severas.

No está bien poner en el mismo saco, pero lo mismo que el toro no puede salir mermado, aquellas plazas cubiertas respetan más al toro que las que no lo están y quedan expuestas al capricho del viento. Ahi lo dejo.

Una de las vías por las que el aficionado pierde pasión por los toros es por el "arreglo" de los toros. Este fraude debe ser el enemigo público número uno de la tauromquia. Antes que los antitaurinos.

El toro tiene que asustar, atemorizar, llevar el miedo a los tendidos: sin esta emoción compartida por el público la tauromaquia pierde su esencia, al menos una parte básica de su esencia, y el público se calla, se apaga y deja de acudir a la plaza.