Foros Toreros

Los convenios nacionales que regulan relaciones laborales entre empleados y empleadores tienen una puerta falsa que lleva al precipicio. Y el convenio nacional taurino también: una de sus puertas lleva al precipicio.

Un convenio nacional obliga a las empresas que van muy bien, a las que van regular y también a las que van mal.

Cuando una empresa va mal debe reducir costes, aumentar la clientela, y lograr beneficios. Pasaría de mala situación a regular, y luego a recuperada.

Cuando una empresa va mal y no puede reducir costes de personal, por ejemplo, porque el convenio nacional estipula unos salarios, esta empresa pierde uno de sus ejes y su funcionamiento empeorará.

En la situación actual de la tauromaquia, esas empresas que van mal no pueden tampoco aumentar el número de clientes (y no solo por el tema de aforos con la pandemia). Si se mantienen los gastos y no hay más clientes, la puerta al precipicio como vemos se abre de par en par para las empresas en dificultades.

Un convenio de otro tipo permite a empresarios y trabajadores -toreros, banderilleros, veterinarios, etc.- reducir sus salarios para luchar contra la crisis en todos los frentes.

Ojo, a los que proponen "convenios nacionales" de obligado cumplimiento vaya bien o vaya mal a las empresas. Muchas veces detrás de ellos nos encontramos con extremistas dispuestos primero a hundir a las empresas; lo que es pan para hoy, y hambre para todos mañana.

Ahora lo estamos viendo: el Convenio Nacional Taurino está a día de hoy fundamentado en datos irreales: tendidos vacíos; los gastos crecen; los empresarios organizan las novilladas obligados por los pliegos; etc. Resultado: sabemos que el convenio no se cumple.

Un Convenio Nacional puede valer para Madrid, pero no para todas las plazas de primera; puede valer para algunas plazas de segunda, pero no para todas. Y lo mismo con las plazas de tercera; y otro tanto con las portátiles. Cada plaza es cada plaza. Para esto no hace falta estudiar.

Un Convenio Nacional lleva a comportamientos de tipo "mafioso" como es el acoso a compañeros dispuestos a hacer su trabajo, y cobrar por banco; acoso por parte de quienes defienden un "convenio" con una enorme puerta falsa -como hemos visto- al precipicio.

Una de las patas cojas de ese convenio nacional son los ayuntamientos que tienen que justiciar los gastos en fiestas ante unos grupos antitaurinos cada vez más exigentes. No fomentan la afición los del convenio -no piden toros íntegros- quieren la pastizara, no más.

Esto es fácil de explicar. Y de entender. Cuando a una novillada van 300 personas estamos ante un problema muy grave. ¿Por qué solo hay 300 personas en una novillada? Porque empresarios y toreros y banderilleros esquilman a los aficionados en las plazas de primera y de segunda. ¿Cómo? Los empresarios aceptan pliegos a precios desorbitados, como poner medio millón de euros cuando la subasta empezaba en 150.000. ¿De dónde va a sacar el empresario ese medio millón puesto sin tener todavía ni toros, ni toreros ni nada? Pues lo sacará de los bolsillos de los aficionados. Esto lo saben los toreros y los banderilleros y picadores. Los bolsillos de los aficionados no son pozos sin fondo, tienen un límite. Y ese límite del bolsillo del aficionado lo vemos en las novilladas a las que acuden 300 personas porque todos los demás aficionados han sido esquilmados de su presupuesto para los toros en las plazas de primera y de segunda. Así de sencillo. Y ahora aplica el convenio a esa plaza de 300 espectadores.

Los que firmaron el convenio, la Unión de Toreros, y los picadores y banderilleros, reconocen que el convenio no se cumple en la mayoría de los casos; y en este año de pandemia menos; pero están tan orgullosos de haber firmado algo que no cumplen ellos mismos.

Muy interesante leer esto sobre la carga oculta que encierra un convenio nacional contra empleados y obreros en cualquier sector.

Todo el mundo sabe que el convenio no se cumple. No se cumple, pero quienes lo firmaron exigen que se reconozca que el convenio es bueno ¡pero no se cumple! ¡pero es bueno! responden.

El convenio tiene todos los defectos de los convenios nacionales, que solo deja contentos a los malos empresarios -que no lo cumplen- y a los malos trabajadores, que aunque no lo ganen deben cobrar su salario a costa del trabajo de otros.

Un convenio nacional cuando las cosas van mal -o cuando van bien también- es la puerta al precipicio y a que no se cumpla. Un convenio por plazas y por entradas vendidas es para los profesionales y para la tauromaquia, más justo y positivo.