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A pesar de su fama, Miguelín siempre mantuvo la humildad. Su familia y su hogar eran su refugio y su orgullo.

Ver a Miguelín actuar en el cine fue descubrir otra faceta de su talento. Aunque era un torero de corazón, su carisma trascendía cualquier escenario

Cada vez que veo fotos antiguas de sus corridas, no puedo evitar sentir un profundo respeto. 'Miguel Mateo Miguelín. Una vida en imágenes. 1939-2008' es un tesoro para cualquier aficionado.

Su partida dejó un vacío enorme en el mundo del toreo y en Algeciras. Pero su recuerdo nos sigue inspirando a todos los que admiramos su coraje y su arte.

Miguelín no solo era maestro con el capote y la muleta, sino también con las banderillas. Su técnica y su valentía eran excepcionales.

Aunque se retiró de los ruedos, nunca dejó de ser torero. Su alma siempre estuvo ligada a la tauromaquia, y eso se reflejaba en cada aspecto de su vida. Muchos matadores se retiran, y casi desparecen. Incluso haciéndose ganaderos. Otros viven como toreros después de cortarse la coleta: Miguel Mateo.

La historia de Algeciras no puede contarse sin mencionar a Miguelín. Su impacto en la cultura y el deporte local es imborrable.

Miguelín fue un puente entre generaciones de toreros. Su estilo, su coraje y su integridad lo convirtieron en una leyenda viva.

Su alternativa en Murcia, el 9 de septiembre de 1959, fue un hito. Luis Miguel Dominguín actuó como padrino y César Girón como testigo. El toro de la ceremonia, de la ganadería de Galache, se llamaba Plateresco. Un comienzo prometedor para una carrera legendaria.

El día de su vuelta al ruedo en Las Palomas, tras su muerte, fue un momento de emoción colectiva. Algeciras despidió a su torero como se merecía.