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Piden a la Justicia que retire una estatua de Dani Alves

Con un gesto teatral y una pluma cargada de sátira, Manuella Tyler Medrado se erige como la quijotesca paladina en la cruzada contra las estatuas rebeldes de Brasil. Armada de audacia y un punzante sentido del humor, desafía a las adormecidas autoridades de Juazeiro, lanzándoles un guantelete: retirar la polémica estatua de Daniel Alves, no por vandalismo artístico ni por decoro urbano, sino por la dignidad de las mujeres y el repudio a los crímenes que manchan la camiseta de la selección como si fuera barro y no un legado de heroísmo.

Con la justicia brasileña como su escudero dubitativo, Manuella no busca solo ajusticiar una figura de bronce, sino desmantelar el pedestal de la cultura de la violación, haciendo de cada grieta en la estatua una victoria contra la normalización de lo inaceptable. Mientras el Ayuntamiento de Juazeiro se muerde las uñas en un dramático suspenso, esperando el desenlace judicial como quien espera el final de una telenovela, la estatua de Alves, cual protagonista de una obra bufa, permanece en el limbo, ignorante de si su próximo acto será en el escenario de la plaza pública o en el olvido del almacén municipal.

En un rincón de Juazeiro, surge una heroína de los tiempos modernos, armada con la justicia como su espada, desafiando gigantes de bronce y moralidad de papel. ¡Manuella, nuestra Dulcinea del Toboso brasileña!

Ah, la estatua de Alves, cual Don Quijote de la pampa, enfrenta vientos de cambio. ¿Será su destino luchar contra molinos de viento en forma de pinceles y bolsas de basura? ¡El drama, amigos, el drama!

5 millones y medio de reales de Brasil, o 1 millón de euros ha sido el precio de la libertad bajo fianza de Alves. Mucho dinero en Brasil. Mucho, mucho.

El Ayuntamiento, ese Sancho Panza indeciso, se balancea entre la ley y la opinión pública, mientras nuestra valerosa Manuella carga contra los molinos. ¿Prevalecerá la justicia o el arte de olvidar?

El FC Barcelona ha devuelto a Alves todos los honores; por tanto, el ayuntamiento de allá se quedará como está con su estatua.

"Y allí está, la estatua, en el ojo del huracán, ignorante de su futuro. ¿Se alzará como un león de bronce o será relegada al sótano de los recuerdos, junto a viejas escobas y pinturas descoloridas?"

La plaza de Juazeiro, ese escenario donde se libra una batalla no de espadas, sino de valores. La estatua de Alves, ¿un héroe caído o un villano por desenmascarar? La audiencia aguarda el desenlace, en sus asientos, palomitas en mano.

En un teatro donde la justicia es el telón de fondo, nuestra protagonista no busca ovaciones sino cambiar el guion de la cultura. ¡Que caiga el telón sobre la impunidad y se alce en honor a la dignidad!