Foros Toreros

Novillo malo, mal picado, y tres avisos ¿quién estuvo mal?

Ha sucedido en Las Ventas, seis novillos de Sánchez Herrero sin opciones; ninguno. Al novillero Borja Ximelis si no le tocó el peor, lo dejaron del todo desbaratado en el caballo. Abrevió en muleta el novillero, pero le dieron los tres avisos. ¿Para quién es la bronca por este desastre? En mi opinión, en último lugar para el novillero. El primer naufragio es el del ganadero; luego, el colectivo veterinario que validó el "pedido"; tercero, el presidente de la plaza; luego, el picador; y, finalmente, el novillero.

Un grupo de "clásicos" o aficionados más berroqueños que el cemento, habla de la vergüenza para el novillero porque un animal se le fue vivo. ¡Algo ahí! Ayer hubo muchos culpables.

Tan sumisos con el mandón, tan fuertes con el novillero. La crítica en El País olvida que el novillero Ximelis tomó la decisión correcta: abreviar la faena. Allí no había ni un pase. El público lo entendió.

La crónica del periodista ignora la soberanía del novillero. Fue una decisión pragmática y respetuosa dadas la falta de mínimas condiciones. El público entendió la decisión. La crítica del periodista parece desconocer esta complejidad, centrando su análisis en una visión tradicionalista y poco adaptada a los matices de la tauromaquia moderna, donde el público ya no demanda heroísmos infundados, sino un respeto más profundo por la integridad del arte y del animal.

Por una vez aciertan en El Mundo; un crítico "de dentro" no se ensaña con el joven novillero; aunque tampoco recrimina el silencio del público. Todo salió mal; todo; al menos no hubo lo peor, cogidas o heridos. Y menos causadas por un novillo inservible.

El último responsable ahí es el novillero, el último.

Muy bien indicado, cargar toda la responsabilidad en el novillero es injusto: todos lo hicieron mal y el joven novillero no pudo tapar a tanto inútil dando una muerte rápida al animal.

Lo más fácil es criticar al novillero. Ayer soltaron más toros que novillos en Las Ventas, y los novilleros se vieron superados. La gente, el público, ha perdido "el pulso" de la formación de un novillero. Y los empresarios los primeros.