La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Oh, viajero intergaláctico, has aterrizado en Galicia, un rincón húmedo y verde del planeta Tierra, donde los humanos celebran algo llamado Rapa das Bestas. No es una cacería, ni un espectáculo, ni un ritual cruel. Es un encuentro: los caballos salvajes bajan del monte y los humanos —con sus brazos, sus botas, su barro hasta las rodillas— los reciben en el curro.
Allí, sin látigos ni jaulas, los sujetan cuerpo a cuerpo, sin herramientas punzantes ni técnicas modernas. Les cortan las crines, los desparasitan, les colocan un chip minúsculo, y después... vuelven al monte. Galopan libres, como llegaron. No es domesticación. Es cuidado. Es una coreografía entre fuerza, respeto y barro.
Pero tú, alienígena de corazón vegano, llegas al curro como quien entra en un quirófano con una pancarta. Gritas "¡No toquéis a los caballos!" mientras propones soluciones telepáticas: que se desparasiten solos, que el chip se implante por wifi, que las crines se caigan por voluntad propia. Y lo haces vestido de blanco, impoluto, como si el barro fuese opcional.
Tu entusiasmo es radiante, como una feria de neón, pero choca con esta tierra de niebla, leña y monte. Los gallegos te miran, con más paciencia que ironía, e intentan explicarte lo evidente: si no se sujeta al animal, los parásitos lo devoran. Si no se lo acompaña, lo perderás.
Y cuando gritas "¡Más lobos en el monte!", lo haces con nobleza urbana. Allá, en tus parques de césped artificial, el lobo es símbolo de libertad. Aquí, el lobo es un depredador que puede cazar a un potrillo en plena madrugada. Tú alzas una tarjeta roja imaginaria, pides sanciones, leyes intergalácticas, jueces éticos con toga y tofu.
Pero mientras sueñas con utopías sin rozar el barro, los aloitadores protegen a las bestas con lo que tienen: fuerza, conocimiento, silencio. Cuidan al potrillo que no mencionas, al semental que admiras, a la yegua que nunca verás.
Quizá —y solo quizá— podrías guardar la pancarta un instante, quitarte el traje espacial, y escuchar. Porque aquí, entre crines, brezo y lluvia, no todo es como en tus sueños sin tierra. Y tal vez, solo tal vez, aprendas algo de estos humanos que no miran a los caballos desde lejos… sino que viven con ellos.
Oh, viajero intergaláctico, has aterrizado en Galicia, un rincón húmedo y verde del planeta Tierra, donde los humanos celebran algo llamado Rapa das Bestas. No es una cacería, ni un espectáculo, ni un ritual cruel. Es un encuentro: los caballos salvajes bajan del monte y los humanos —con sus brazos, sus botas, su barro hasta las rodillas— los reciben en el curro.
Allí, sin látigos ni jaulas, los sujetan cuerpo a cuerpo, sin herramientas punzantes ni técnicas modernas. Les cortan las crines, los desparasitan, les colocan un chip minúsculo, y después... vuelven al monte. Galopan libres, como llegaron. No es domesticación. Es cuidado. Es una coreografía entre fuerza, respeto y barro.
Pero tú, alienígena de corazón vegano, llegas al curro como quien entra en un quirófano con una pancarta. Gritas "¡No toquéis a los caballos!" mientras propones soluciones telepáticas: que se desparasiten solos, que el chip se implante por wifi, que las crines se caigan por voluntad propia. Y lo haces vestido de blanco, impoluto, como si el barro fuese opcional.
Tu entusiasmo es radiante, como una feria de neón, pero choca con esta tierra de niebla, leña y monte. Los gallegos te miran, con más paciencia que ironía, e intentan explicarte lo evidente: si no se sujeta al animal, los parásitos lo devoran. Si no se lo acompaña, lo perderás.
Y cuando gritas "¡Más lobos en el monte!", lo haces con nobleza urbana. Allá, en tus parques de césped artificial, el lobo es símbolo de libertad. Aquí, el lobo es un depredador que puede cazar a un potrillo en plena madrugada. Tú alzas una tarjeta roja imaginaria, pides sanciones, leyes intergalácticas, jueces éticos con toga y tofu.
Pero mientras sueñas con utopías sin rozar el barro, los aloitadores protegen a las bestas con lo que tienen: fuerza, conocimiento, silencio. Cuidan al potrillo que no mencionas, al semental que admiras, a la yegua que nunca verás.
Quizá —y solo quizá— podrías guardar la pancarta un instante, quitarte el traje espacial, y escuchar. Porque aquí, entre crines, brezo y lluvia, no todo es como en tus sueños sin tierra. Y tal vez, solo tal vez, aprendas algo de estos humanos que no miran a los caballos desde lejos… sino que viven con ellos.
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Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Estos alienígenas de ciudad creen que un caballo salvaje se tumba voluntariamente para que le corten las crines mientras le susurras mantras veganos al oído. Que se lo expliquen a una yegua con cría cuando te acercas sin avisar. Spoiler: no te pone likes.
Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
¿Pero esta gente sabe que un caballo no es un golden retriever con cuenta de Instagram? Viven en una peli de Pixar donde los lobos son veganos, los potros vuelan y los humanos sobran.
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Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Los urbanitas son como el tofu: blandos, insípidos y muy convencidos de que están salvando el planeta desde el sofá. No saben distinguir un caballo de un poni, pero exigen políticas de conservación sin haber pisado un curro en su vida.
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Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Ya lo decía mi abuela: “los de ciudad, ni entienden ni estorban... hasta que abren la boca”. Ahora resulta que sujetar un caballo para quitarle parásitos es violencia estructural. Y dejarlo lleno de garrapatas, ¿es empoderamiento equino?
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Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Quieren lobos en el monte y unicornios en el Congreso. Les gusta mucho el campo... desde Google Earth. Y cuando el potro sangra porque lo ha mordido un lobo, dicen que es “el ciclo natural”. Qué suerte tener Netflix para no verlo.
Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
He visto más sensibilidad animal en una corraleta de Sabucedo que en cien tuits de veganos. Allí se protege al caballo con barro, músculo y respeto. Pero claro, eso no cabe en una story con filtro.
Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
¿Y si para el año que viene llevamos un cargamento de alienígenas y los soltamos en el curro? Que intenten desparasitar a pelo, a ver si el caballo les da las gracias o les enseña el trasero en idioma natural.
Re: La Rapa das Bestas explicada a un alienígena animalista
Piden que no se toque a las bestas. Que se les cure a distancia. Con reiki. Con wifi. Y con mucho amor. Esta gente no ha salido de su bloque desde que descubrieron el hummus.
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