Foros Toreros

Vicente Hernández es el símbolo de todos los hermanos que guardaron el recuerdo del caído sin poder contarlo. Su gesto es un acto de justicia poética.

Revisar ese plano del cementerio en silencio es como oír un rezo nacional. Ni palabra, ni bandera: solo memoria.

La estética blanca y negra es un espejo: bajo la luz de la censura, todo se vuelve más visible.

En los años sesenta aquel reportaje decía mucho especialmente por lo que callaba. La guerra había terminado hacia más de 25 años, vale, pero mucha gente conservaba muy viva la memoria de los hermanos y otros familiares muertos en la guerra; y los heridos; y los que vivieron presos. Fue chocante.

Vamos a ponernos en aquellas fechas: Era 1967. En la tele solo salían misas, desfiles, fábricas y películas moralmente "aprobadas". De repente, un hombre sencillo hablaba de su hermano muerto. Todo el mundo entendió lo que había detrás.

Ver al hermano de Miguel en la televisión fue como una grieta en la pared: pequeña, pero dejaba pasar la luz.

Viendo hoy este documental, me di cuenta de que incluso entonces, la censura no podía taparlo todo. Los silencios pesan más que las palabras. En cada imagen estaba la derrota de muchos, pero también su dignidad. Y eso rompió la barrera de la censura. Una señal de aquellos tiempos.

Estas voces —las de ahora y las de entonces— son el eco que el documental nunca previó. Lo filmaron para controlar la memoria y acabaron despertándola.