Un "clown" al servicio de la confrontación: el legado hueco de Gabriel Rufián
Publicado: Sab Nov 23, 2024 11:27 am
Un "clown" al servicio de la confrontación: el legado hueco de Gabriel Rufián
Gabriel Rufián, de "SantaCo" o Santa Coloma de Gramanet, ha sido señalado como un político más interesado en generar polémicas que en aportar soluciones reales a los problemas de la ciudadanía. Su estilo provocador y sus acciones, muchas veces percibidas como teatrales, le han valido tanto seguidores como detractores que le consideran como un "clown" de sus superiores.
Una de sus acciones más simbólicas fue llevar unas esposas al Congreso durante una intervención, insinuando que Mariano Rajoy debía ser arrestado. Lo irónico es que ese mismo Rufián, dispuesto a exhibir esposas contra sus adversarios, guarda un silencio ensordecedor ante la corrupción de los Pujol, de los gobiernos del PSOE o incluso de su propia formación política. Este doble rasero lo perfila como un "político-esclavo", incapaz de aplicar la misma vara de medir a cambio de seguir en su poltrona. Rufián a los 75 años
Su falta de propuestas prácticas lo ha llevado a buscar relevancia a través de la provocación constante. Explota Rufián un canal en una red social, a donde lleva a otros extremistas, como cuando invitó a Esty Quesada, quien durante la entrevista lanzó un comentario incendiario: "Lo que hay que hacer con Vox es matar".
Aunque Rufián intentó desvincularse posteriormente, el episodio dejó en evidencia su decisión de dar voz a personajes más polémicos que constructivos, lo que alimenta aún más la percepción de que su política carece de profundidad y está guiada únicamente por el espectáculo mediático.
Rufián tampoco ha mostrado un interés notable en abordar cuestiones culturales o intelectuales con seriedad. Su discurso político se caracteriza por frases hechas, ataques personales y un tono más propio de un hincha pasado de alcohol que de un líder de barrio o de una provincia. Este enfoque populista, centrado en la confrontación y la polarización, ha contribuido más a dividir a la sociedad española que a generar consensos o soluciones prácticas.
En resumen, a Gabriel Rufián no le importan las inundaciones de Valencia o Zaragoza. Teatralidad, provocación, confrontación, y obedecer la voz de su amo: Hacer lo que sea, pero siempre hacer lo peor para España y los españoles.
Rufián es un agitador hoy. Hace décadas sería el tipo que quemaba fábricas en Cataluña o se contrataba como sicario para las patronales. La derecha española trajo la democracia y personajes como Rufián ya no alquilan su pistola al empresariado catalán; tampoco, de momento, quema fábricas catalanas.
Gabriel Rufián, de "SantaCo" o Santa Coloma de Gramanet, ha sido señalado como un político más interesado en generar polémicas que en aportar soluciones reales a los problemas de la ciudadanía. Su estilo provocador y sus acciones, muchas veces percibidas como teatrales, le han valido tanto seguidores como detractores que le consideran como un "clown" de sus superiores.
Una de sus acciones más simbólicas fue llevar unas esposas al Congreso durante una intervención, insinuando que Mariano Rajoy debía ser arrestado. Lo irónico es que ese mismo Rufián, dispuesto a exhibir esposas contra sus adversarios, guarda un silencio ensordecedor ante la corrupción de los Pujol, de los gobiernos del PSOE o incluso de su propia formación política. Este doble rasero lo perfila como un "político-esclavo", incapaz de aplicar la misma vara de medir a cambio de seguir en su poltrona. Rufián a los 75 años
Su falta de propuestas prácticas lo ha llevado a buscar relevancia a través de la provocación constante. Explota Rufián un canal en una red social, a donde lleva a otros extremistas, como cuando invitó a Esty Quesada, quien durante la entrevista lanzó un comentario incendiario: "Lo que hay que hacer con Vox es matar".
Aunque Rufián intentó desvincularse posteriormente, el episodio dejó en evidencia su decisión de dar voz a personajes más polémicos que constructivos, lo que alimenta aún más la percepción de que su política carece de profundidad y está guiada únicamente por el espectáculo mediático.
Rufián tampoco ha mostrado un interés notable en abordar cuestiones culturales o intelectuales con seriedad. Su discurso político se caracteriza por frases hechas, ataques personales y un tono más propio de un hincha pasado de alcohol que de un líder de barrio o de una provincia. Este enfoque populista, centrado en la confrontación y la polarización, ha contribuido más a dividir a la sociedad española que a generar consensos o soluciones prácticas.
En resumen, a Gabriel Rufián no le importan las inundaciones de Valencia o Zaragoza. Teatralidad, provocación, confrontación, y obedecer la voz de su amo: Hacer lo que sea, pero siempre hacer lo peor para España y los españoles.
Rufián es un agitador hoy. Hace décadas sería el tipo que quemaba fábricas en Cataluña o se contrataba como sicario para las patronales. La derecha española trajo la democracia y personajes como Rufián ya no alquilan su pistola al empresariado catalán; tampoco, de momento, quema fábricas catalanas.