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Parlamento Vasco: ley para proteger la tauromaquia popular y su relevo juvenil

El Parlamento Vasco ha dado un paso decisivo en favor de la tauromaquia popular. La nueva proposición de ley, impulsada por el PNV y el PSE-EE, regulará la participación de menores en encierros, sokamuturras y concursos de recortes, con el propósito de asegurar la transmisión de una herencia cultural que hunde sus raíces en los pueblos vascos.

El texto dotará de marco jurídico a unas prácticas que han formado parte de la vida cotidiana en Euskadi durante generaciones. La ley garantizará la seguridad de los animales y regulará la participación de menores: con autorización paterna hasta los 16 y acompañado de adulto hasta los 14 años.

Cada año se celebran cerca de 1.000 festejos populares con becerros en la comunidad autónoma, desde las sokamuturras de Azpeitia hasta las fiestas patronales de Orduña. Esa cifra, sorprendente para muchos, es el reflejo vivo de una tradición que sigue latiendo con fuerza en plazas, calles y recintos rurales.

La ley reconoce precisamente esa vitalidad y busca preservarla. Los mil festejos anuales no son un dato estadístico: son una expresión colectiva de identidad, un lenguaje compartido entre generaciones que los promotores de la norma quieren garantizar con seguridad, organización y respeto.

En un tiempo en que otras regiones dudan o retroceden, Euskadi opta por afirmar su derecho a mantener viva una costumbre que ha acompañado su historia.

La tauromaquia popular, lejos de ser un residuo del pasado, se perfila aquí como símbolo de continuidad cultural y de respeto por los ritos de comunidad que definen la vida vasca.

Esto no es una ley cualquiera; es el reconocimiento de que nuestra manera de celebrar forma parte del alma vasca.

Los mil festejos son la prueba de que el pueblo sigue queriendo toros, y que los jóvenes no los ven como algo viejo.

Llevamos décadas viendo cómo se borra la cultura popular del mapa. Esta vez, Euskadi se planta.

Regular la participación de los menores es lógico. Lo importante es que no se criminalice a las familias que viven la fiesta desde pequeños.

Me emociona ver que se hable de la sokamuturra con respeto. Es nuestro encierro, nuestro idioma en movimiento.

La norma no impone, acompaña. Marca reglas para que lo nuestro no se pierda entre denuncias o prohibiciones.

Leo la noticia y veo que el PSE estuvo fino: “ni prohibir ni promover”. Traducción simultánea: ni una mala palabra ni una buena acción, como decía el chiste. No quieren líos, no quieren titulares, y desde luego no quieren quedar como los que le entregan la cultura del país a un diputado de Sumar con alergia al albero. En resumen: voto en contra suave, pero en contra igual.