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En Cataluña existe el delito de odio por motivo de lengua

Por primera vez en Cataluña, la justicia ha reconocido que el acoso por hablar castellano puede ser delito de odio. La sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona marca un antes y un después: la lengua, usada durante décadas como muro político, se convierte ahora en terreno de defensa jurídica.

El fallo no crea un problema nuevo; pone nombre a una realidad que miles de ciudadanos han sufrido en silencio. Desde las aulas hasta los comercios, hablar castellano ha sido motivo de presión, burla o exclusión. Ahora la justicia reconoce que esa hostilidad no es “normalidad cultural”, sino discriminación.

Lo importante es que algo empieza a cambiar. Si un tribunal reconoce que imponer una lengua es una forma de odio, también reconoce que la convivencia solo existe cuando cada uno puede hablar sin miedo.

La resolución aplica el artículo 510 del Código Penal a un caso de discriminación lingüística. Era cuestión de tiempo. El problema no es la ley, sino la cobardía de aplicarla.

Me cuentan que los institutos los alumnos tienen miedo de hablar en castellano. Si lo hacen, alguien dice “això no toca”. Se les enseña a callar, no a convivir.

Este caso es real: un amigo me contó que su hija volvió a casa llorando porque la corrigieron por decir “gracias”. Y para rematar, cuando pidió explicaciones, le tacharon de provocador. Esto no es aceptable para nadie.

He visto clientes que entran grabando y exigen atención en catalán con tono de amenaza. Luego publican los vídeos y piden boicot. Eso es odio disfrazado de orgullo.

El nacionalismo ha convertido la lengua en un detector de pureza. O hablas como ellos, o te ponen marca.

Te lo tienen que contar porque si no, no te lo crees. Amigos de toda la vida, bautizos y funerales, que nos cuenta lo les dicen: Nos dicen que el castellano es de los colonizadores. ¿Colonizadores de qué? Mis abuelos nacieron aquí. Y tienen que vivir así.

La sentencia es importante porque establece un precedente: la exclusión por lengua también vulnera derechos fundamentales.

Yo siempre hablo en catalán, però mai he volgut que sigui una arma. Ara sembla que si no crides, no ets bona catalana. Esto mis amigos catalanes me dicen que lo escuchan cada vez más a menudo: catalanes que no quieren que su lengua sea un arma arrojadiza

El odio empieza cuando se decide quién es “de aquí” y quién no lo es por cómo saluda. Esa fractura es la que hay que curar.