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Mari Paz Vega: La torera que desafió tres décadas el tiempo y al sistema

Mari Paz Vega nació en Málaga el 7 de noviembre de 1974, en una familia donde el toro era parte del día a día. Creció como única mujer entre varios hermanos aficionados y con un padre novillero que trabajaba en la Escuela Taurina de Málaga. A muy corta edad entendió que su vocación no era un capricho, sino un camino propio.
Mari Paz Vega, La México Desde los nueve años toreó becerros con permiso paterno. En 1988 mató su primer novillo y al año siguiente se marchó a Zaragoza para formarse con el apoderado Julio Navarro. Su aprendizaje se consolidó en la Escuela de Tauromaquia de Málaga, donde recibió clases de la legendaria Mary Fortes. En 1991 debutó con luces y poco después afrontó cuatro años intensos como novillera con picadores.
Torera Mari Paz Vega El 29 de septiembre de 1997 tomó la alternativa en Cáceres, en una corrida goyesca televisada que marcó un hito para las mujeres toreras. Fue apadrinada por Cristina Sánchez y tuvo como testigo a Antonio Ferrera. Con el toro de su doctorado, de la ganadería José Luis Marca, cortó una oreja y abrió un camino que ella misma tendría que sostener a pulso.

La falta de contratos en España la llevó a América. Debutó en Venezuela en 1998 y construyó allí una carrera sólida durante una década. Confirmó en la Plaza México en 2000, donde también sufrió una grave lesión en 2001, y confirmó en la Santamaría de Bogotá en 2006. Más tarde, en 2005, se presentó en Las Ventas y cortó una oreja a un imponente toro de más de 650 kilos.
Mari Paz Vega A lo largo de más de 250 corridas acumuló premios, tardes memorables y un respeto conquistado frente a encastes y plazas de toda América. En 2025 anunció su retirada para 2026: un adiós sin ruido, fiel a su estilo. Su sueño es cerrar su carrera en La Malagueta y seguir vinculada a la enseñanza taurina.

Muchos no recuerdan que antes de tomar la alternativa ya llevaba más de veinte novilladas sin picadores en un solo año, algo inusual para una torera tan joven.

En Venezuela la querían muchísimo: toreó diez años seguidos en ferias grandes, incluida San Cristóbal, donde ganó el San Sebastián de Oro en 2017.

Su lesión en La México en 2001 fue terrible, doble fractura de fémur, y aun así volvió en menos de nueve meses, lo que muestra su fortaleza tremenda.

En Bogotá, cuando confirmó en 2006 con Encabo, salió muy reforzada; la afición colombiana siempre la valoró por su técnica, no por el morbo de ser mujer.