La Florecita, memoria viva de una plaza que se apaga
La Plaza de Toros La Florecita abrió en 1967 en Ciudad Satélite, Naucalpan, México DF., como un coso coqueto de 3.000 localidades construido por la familia Narváez. Su diseño, con salón de fiestas y patio colonial, la convirtió en un espacio cercano y muy querido por los aficionados, además de ser la antesala natural para quienes buscaban llegar a la Monumental Plaza México.
Durante los años setenta y ochenta se consolidó como cantera imprescindible. Por su ruedo pasaron festivales memorables, como el de 1972 con figuras consolidadas, y debuts decisivos como el de Manolo Mejía en 1980. Faenas vibrantes, como la de Javier Escobar El Fraile en 1982 ante un toro de San Judas Tadeo, alimentaron su fama de plaza exigente y emotiva, siempre abierta a nuevos talentos.
Ya en el siglo XXI mantuvo seriales novilleriles, como la Feria Nacional del Novillero Telmex, y festejos benéficos que sostuvieron su vigencia. Aun en 2023 vivió corridas destacadas, pero el cierre era inevitable: vendida al ganadero Sergio Hernández Weber, La Florecita afronta su demolición para dar paso a viviendas u oficinas, dejando un vacío profundo en la zona tras el adiós del Toreo de Cuatro Caminos.
México. La Florecita, memoria viva de una plaza que se apaga
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