Ánimo, y no dejarse comer la tostada.

La dureza extrema está en las plazas de América; por ejemplo, en el año 2001, Sánchez Vara se lanza a Perú como un Indiana Jones taurino: plazas sin médico donde una cornada es un rezo al cielo, toreando vacas lejanas por un puñado de soles y el subidón de jugarse el tipo en el fin del mundo.

Yo estaba convencido que la plaza de La Puebla era fija: ya están tardando en levantar esa plaza y saldar esa deuda con el maestro Morante

Cuando un chaval saca dinero de su bolsillo para ir a los toros, ya no es un espectador pasivo: es afición de verdad, sólida y con raíces.

Taylor Swift, Britney Spears, Billie Eilish… todas ya con contrato en mano. Es que hoy el polvo vale más en TikTok que en la cama.

Lo mismo de la plaza de toros de Inca, como de cualquier plaza de España; así me lo dijo un amigo: No soy taurino, pero reconozco que la plaza tiene un alma que no se explica solo con números.

Gamero en Burgos me sorprendió: doma y valor de primera. Y ojo, porque en plazas grandes como Madrid ese tipo de cuadra puede levantar al público desde el primer tercio.

¿Qué coincidencia? no sé, parece un poco forzado; pero por otro lado es verdad

El problema no es que pierdan esta batalla. El problema es que llevamos décadas tomando decisiones estratégicas —energía, transporte, industria— en base a gente que piensa como Greta Thunberg. Y eso, ahora, da miedo.

Yo prefiero que mi perra muerta alimente a un tigre que verla pudrirse en una bolsa negra. Naturaleza es eso: continuidad.