No hay consenso, dicen. Pero las plazas de Pamplona, Bilbao, Albacete o Madrid lo desmienten cada año con entradas agotadas. La calle y la gente mandan.

Esto no es un simple error administrativo, es negligencia política. ¿Cómo es que se cambió de proveedor solo por “ser mucho más barato” sin asegurar la continuidad de datos críticos? ¿Acaso ahorrar dinero justifica poner en riesgo a mujeres, a personas vulnerables?

Dicen que la tauromaquia vive de subvenciones, pero los números son claros: miles de empleos rurales, millones en IVA y riqueza que sostiene al campo bravo, la cultura y la hacienda pública española.

¿Me ha parecido que Morante va un poco bajo de forma física, un poco lento de reflejos?

Me recordó a esos carteles antiguos donde el más artista no era siempre el premiado.

La política cultural de EITB es como su sopa: tibia, insípida y sin rabo de toro.

¿Quién no quiere ver novilladas desde casa con calidad y sin perder emoción?.

A mí me parece un cartel de agosto muy redondo: Talavante, Rufo y Marco. Solo falta que el ganadero no falle. Luis Algarra puede dar ese juego.

Ningún animalista puede sentirse superior a un cazador. Castrar a los perros; esterilizar a las hembras sabiendo que machos y hembras comenzarán a morir desde ese mismo día. ¡Qué crueldad!

Lo de Caiga quien Caiga ha sido tomado como un fraude, un programa de viejos que querían endilgar a gente joven, y ni siquiera ha sido un programa para viejos. Que salgan a entrevistar a Monedero. A Errejón.