¿Alguna vez has tenido un compañero de vuelo que te ha hecho desear estar en cualquier otro lugar? Bueno, Gill y Warren Press pueden decir que sí, y su historia es para echarse unas risas... o unos pedos. Esta pareja de Nueva Zelanda decidió emprender un viaje de 13 horas desde París a Singapur con Singapore Airlines, y se llevaron una sorpresa olorosa. Resulta que su compañero de asiento no era otro que un perro con problemas de flatulencia. ¡Sí, has leído bien! Un perro pedorro.
El can, un cruce de bulldog, no solo se dedicó a soltar ventosidades durante todo el vuelo, sino que también se convirtió en el protagonista de una sinfonía de resoplidos. La pareja, desesperada, pidió cambiar de asientos, ¡y hasta se conformaron con ir a clase turista desde la business! Eso sí que es un sacrificio olfativo.
Después de meses de negociaciones con la aerolínea, lograron una indemnización de 1.400 dólares (unos 1.300 euros). Y, ¿qué harán con ese dinero? Lo donarán a una organización de perros guía en su país. En cuanto a futuros vuelos, la pareja ha dejado claro que preferirían ser avisados si van a compartir asiento con un animal. "Espero ver un bebé. Espero niños pequeños. Pero no espero un perro", dijo Gill.
Así que la próxima vez que te quejes de un bebé llorón en un vuelo, recuerda que podría ser peor: podrías estar sentado junto a un perro que convierte el avión en una cámara de gases.
