Zaragoza: 8ª del Pilar: Crónica taurina de Barquerito

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Baturralde
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Zaragoza: 8ª del Pilar: Crónica taurina de Barquerito

Mensaje por Baturralde » Lun Oct 16, 2023 1:19 pm

Zaragoza: 8ª del Pilar: Crónica taurina de Barquerito

Talavante se explaya con tres juampedros de nota

Corrida predestinada para Morante, con dos toros de carril y un importante primero. Muy pendiente de la galería, en guiño constante con ella, Talavante prima el toreo ligero y teatral. Menos afortunado en el sorteo, Ginés Marín firma una faena notable.

Zaragoza, 14 oct. (COLPISA, Barquerito)

Zaragoza. 8ª del Pilar. Calor primaveral. Lleno. 10.200 almas. Dos horas y veinticinco minutos de función.
Seis toros de Juan Pedro Domecq. El sexto bis, sobrero.
Morante, anunciado, no fue sustituido. Corrida de solo dos espadas.

Talavante, oreja, oreja y oreja. Salió a hombros.
Ginés Marín, oreja tras aviso, ovación tras aviso y aplausos tras aviso.
Álvaro de la Calle, sobresaliente, no fue invitado a intervenir.

ES PROBABLE que Juan Pedro Domecq tuviera reservada para el cierre de temporada de Morante una corrida escogida por nota. Las notas de Juan Pedro, que no son públicas pero basta con las evidencias. Corrida de hechuras varias, en tipo reconocible en todos los casos. Un tercero con más cuajo que trapío, de casi 600 kilos, y con ellos galopó de salida como si no le pesaran, que fue en la muleta un toro de carril, de los que embisten a resorte. Por la mano izquierda hizo el surco.

Cerca de la frontera de los 600 estuvo un sexto muy lustroso, el toro con más plaza de los seis y el de menos fortuna. Deslumbrado -solo la luz artificial de los focos cuando asomó pidiendo guerra-, se pegó tres estrellones contra otros tantos burladeros mientras sonaba la jota de Borobio, que es en Zaragoza, último toro de la tarde, una festiva seña de identidad. Al estrellarse por tercera vez, se astilló el pitón izquierdo, y, como si se hubiera reventado de pura furia, se movió descoordinado, partido en dos, pero sin dejar de atacar. Antes de romperse del todo, fue devuelto. Una pena no haberse podido ver ese toro, que pareció de partida harina de otro costal.

Castaño carifosco, el sobrero, del propio Juan Pedro, no entraba en el selecto catálogo. Iba a cumplir los seis años dentro de mes y medio. Brusco, basto y cabezudo, alto de agujas, amplia culata, listo también, protestó, se revolvió, apenas quiso. Nada que ver con ninguno de los seis titulares. Ni con los dos que más se le aproximaron en peso, abiertos en lotes distintos -el uno para Talavante, el otro para Ginés Marín-, ni con los cinco restantes, cuatro de los cuales fueron más que notables. Fue el borrón de una corrida tan sencilla y tan brillante. Al cabo de un trasteo serio de aguante, Ginés pinchó tres veces antes de cobrar una estocada.

Bello y bravo, de prontitud y codicia particulares, el primero se empleó en el caballo más que cualquier otro. Ovacionado en el arrastre. Tal vez no se esperara nadie un toro así para abrir boca. Ni siquiera el mismo Talavante, más apurado de lo previsto, bastante acelerado, cauteloso en una sola tanda con la zurda y hábil para cobrar una estocada letal. En uno de los solo dos momentos en que la corrida, convertida en gratuito mano a mano, tuvo un mínimo viso de rivalidad fue en quites de ese primer toro. Talavante, por sedicentes chicuelinas. Ginés Marín, por el mismo palo, pero mucho más airosamente.

Con el segundo, uno de los dos colorados del envío, corto de manos pero con buena caja, vino servida la segunda y última parte del duelo. La bondad transparente del toro animó a Talavante a quitar por gaoneras. Estuvo a punto de ser arrollado en la primera -perdonó el toro- y se extendió en el quite al verlo claro. Ginés renunció a replicar. Se guardó las ganas para una cadenciosa faena de muleta de buen ajuste por la mano diestra y demasiados pasos perdidos por la siniestra, por donde cobró los mejores muletazos de toda la corrida. Cando acortó distancias, se pasó el toro en un circular interminable ligado con el natural y el de pecho. Un efectista final por bernadinas, una estocada y un aviso por pasarse de tiempo. El toro más dulce de los seis. Un caramelo.

Con el toro de carril, el tercero, apareció el Talavante esdrújulo, impetuoso y deliberadamente desordenado, pendiente de la gente, aflamencada la postura, muy sueltos los largos brazos, en busca permanente de los golpes de sorpresa, bien colocado -clave en la faena-, encajado sin tener ni que forzar la postura. Los muletazos mirando al tendido, muchos, la mano baja, se jalearon con locura. A todo quiso el toro, que rodó sin puntilla tras vertiginosa rueda de peones. Ni una palma para el toro en el arrastre porque se estaba protestando al palco, que negó la segunda oreja.

Ligeramente descaderado, incierto de salida, también el cuarto entró en el cupo de nota, pero de otra manera. Ginés abrió faena por las bravas en un arranque más temperamental que adecuado: de rodillas -hincadas las dos en tierra-, una tanda de siete ligados sin rectificar que el toro tomó y repitió con ganas. El volcánico comienzo pasó factura. Más de una vez perdió el toro las manos al ir obligado y, a pesar de prodigarse en pausas Ginés, la faena no cobró vuelo. Ni siquiera cuando Ginés se plantó y columpió entre pitones. Un pinchazo, una estocada, un aviso.
Suelto y distraído de salida, en el aire del noble segundo, el quinto, corretón, tardó en fijarse -Talavante hizo el quite del Zapopán con escasa precisión- y rompió en la muleta a las primeras de cambio.

Doblones genuflexos de Talavante por las dos manos, embestidas boyantes y ningún problema que resolver. Tan solo el de tratar de estar a la altura del toro. Con él se enredó Talavante en una faena que pareció escrita por un guionista de cámara. De una teatralidad inagotable, de desplantes variados -él último, despojado de muleta y espada-, de mucho estar en escena sin el toro, pero con el toro también, sin ahorrar gestos para la galería. Por la mano izquierda hubo muletazos de buen compás y lenta traza. Una estocada. General delirio.

Cuaderno de Bitácora:
En los soportales de Independencia, al lado de El Corte Inglés, un barítono de bello timbre cantaba romanzas de zarzuela. No le hacían caso. Los dos kioscos de prensa de Independencia, cerrados para siempre. Abierto el de Plaza España, donde un matrimonio escocés, de Edimburgo según creo, compraba postales. Los británicos son viajeros inmejorables. Capaces de darse la vuelta al mundo en una semana. Y de hacerse entera la feria de Zaragoza. Con Morante y sin Morante. Fueron seguidores de Iván Fandiño. Tan fieles como su peña de Tórtola de Henares, que hace unas fechas estaba de nuevo en las Ventas para animar a Leo Valadez.

La calle Alfonso, a reventar. Colas para entrar en El Pilar y La Seo. Desistí. Siempre conviene dejar algo pendiente para el año que viene. Ya veremos cómo. Cómo viene.

Esta es la última entrega del año. Adiós, señores. Buenas noches


TuiTiritero
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Re: Zaragoza: 8ª del Pilar: Crónica taurina de Barquerito

Mensaje por TuiTiritero » Mar Oct 17, 2023 9:22 am

La crónica de un clásico tiene consistencia, tiene otro sabor

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