Diez años de la prohibición de los toros en Cataluña

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Han pasado diez años desde la prohibición de celebrar corridas de toros en Cataluña; prohibición ya revocada, pero prohibición que ha separado a los catalanes como un muro invisible. De un lado los partidos de la prohibición, donde todo era alegría, risas, felicitaciones, y mucho de hipocresía, pues se mantenían los correbous, y se protegía su celebración por numerosos pueblos de Cataluña.

De otro lado de ese muro levantado por la interdicción se encontraban los aficionados y la gente respetuosa con otras formas de entender el arte. Con el paso de los años aquella prohibición fue revocada gracias al trabajo de aficionados catalanes en primer lugar por una sentencia inapelable jurídicamente.

Sin embargo, aún hoy, se piensa que ganaron los prohibicionistas. ¿Qué está pasando?

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A día de hoy, se puede afirmar que la prohibición arbitraria de una forma de expresión artística dejó la vida cultural de Barcelona más cerca de Teruel o de Soria que de las capitales de Europa. Barcelona no es París ni Berlín; no es Milán ni Londres. La vida cultural de Barcelona, y de toda Cataluña, se circunscribe a dedicar la inmensa mayoría de sus recursos culturales a mirarse el ombligo; una mínima parte es lo que une a Barcelona con Teruel, o Soria: la que se dedica a una cultura abierta y respetuosa con todo el mundo.

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Y esto también es una consecuencia de aquella abitrariedad: los animalistas campan a sus anchas por Cataluña, sin ningún respeto.