A estas alturas del calendario, lo más interesante de la política española no está en la agenda del Consejo de Ministros ni en los pactos con Junts, sino en las alarmas que han quedado programadas para sonar en agosto. Pedro Sánchez se ha marchado oficialmente de vacaciones, pero su continuidad como presidente pende de un hilo invisible: el que han ido debilitando tanto sus rivales políticos como sus propios aliados, sus camaradas, y los datos judiciales que siguen aflorando en paralelo al calor del estío.
En el PSOE no todo es obediencia ni silencio. Andalucía va mal. Extremadura tiene también a los socialistas pendientes de un hilo; Asturias o Castilla La Mancha hablan como si leyeran una sentencia a plazos. Incluso entre la militancia, se hacen cálculos ante un escenario repentino "sin Sánchez."
Investigaciones que no paran (ni en agosto)
El periodismo de investigación que aún sigue en pie. Algunos jueces, como los que instruyen piezas derivadas del caso Koldo seguirán con su trabajo. Aldama y Ábalos tienen mucha "dinamita" y crecientes ganas de venganza. Y un enjambre de anónimos denunciantes en busca de un aguijonazo mortal.
Sánchez, mientras tanto, se dejará ver en imágenes preparadas para la ocasión. Pasea, sonríe, lee. Pero lo que no puede controlar es lo que se está escribiendo ahora mismo sobre él… ni quién está escribiéndolo. Vive de prestado.
¿Y si no vuelve?
El interrogante ya no es si llegará a final de legislatura. Es si regresará políticamente vivo de las vacaciones (está con respiración asistida). Y si no, quién dará el primer paso en su relevo. Porque los que hasta hace nada eran sus defensores más leales están tomando posiciones. Y los que lo esperaban caído, ahora huelen sangre.
Sánchez sigue siendo presidente. Hoy.
