5 de diciembre de 1922 nace el Estado Libre Irlandés: sus toreros, sus toros, sus plazas aquí
#TalDíaComoHoy de 1922 nació el Estado Libre Irlandés con la firma del Tratado Anglo-Irlandés un año antes, que puso fin a la Guerra de Independencia Irlandesa que llevaba librándose desde 1919.
Y esta entrada no está para delimitar cuándo fue o no definitivamente independiente Irlanda. Irlanda es un país con gran simpatía para los españoles, y muy poca para los separatistas vascos o catalanes (para los irlandeses, los separatistas vascos y catalanes "trabajan" en pro de los intereses de Inglaterra).
Irlanda ha tenido sus experiencias con los toros: ha habido toreros, hay toreros en su literatura y leyendas de toros; y hubo, incluso, una vez, en que un periódico dio la noticia de que en Irlanda se iba a levantar una plaza de toros con un claro interés comercial. Y antes, que andaban en compra de unos toros para dar corridas en Irlanda, en el condado de Cork en 1971.
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Irlanda: John O’Hara, un torero irlandés que debutó en La Maestranza de Sevilla
John O’Hara, un torero irlandés en España
John O’Hara nació el 30 de junio de 1852 en Limerick, Irlanda. Su vida quedó marcada por un espíritu aventurero y una inclinación hacia el riesgo que lo llevó a ser uno de los pocos extranjeros en incursionar en la tauromaquia española en el siglo XIX. Hijo de una familia modesta, O’Hara ingresó en el ejército británico a los 20 años, sirviendo como subteniente del 95º Regimiento de Infantería. En 1873, fue destinado a Gibraltar, un enclave estratégico donde entró en contacto con las tradiciones culturales de Andalucía, incluida la tauromaquia, que lo cautivó profundamente. Fascinado por las corridas de toros, O’Hara renunció a su comisión militar en 1874 para dedicarse a lo que describió como su “verdadera vocación”. Bajo la tutela de Antonio Carmona y Luque, “El Gordito”, un destacado matador sevillano, aprendió los fundamentos del toreo. Su presencia extranjera, junto con su porte distinguido y cierta audacia, despertaron la curiosidad del público español.
El debut de O’Hara tuvo lugar el 6 de agosto de 1876 en la emblemática Real Maestranza de Sevilla, donde compartió cartel con figuras como Manuel Hermosilla Cirineo y Fernando Gómez “Gallito”. A pesar de su entusiasmo, los resultados en el ruedo fueron discretos. Aunque los espectadores admiraban su valentía, O’Hara carecía de la destreza técnica necesaria para competir con los grandes toreros de su tiempo. Durante su breve carrera, toreó en plazas de renombre como Madrid, Barcelona, Valencia y Málaga, enfrentándose principalmente a novillos, ya que no llegó a alcanzar el nivel de matador. O’Hara era conocido tanto por su peculiar carácter como por su condición de extranjero. Una anécdota ampliamente recordada es que una vez solicitó prestado un traje de luces púrpura a Manuel Domínguez, un torero sevillano. Domínguez, al enterarse de los rumores de que O’Hara no usaba ropa interior bajo el traje, se negó rotundamente a prestárselo. Este episodio contribuyó a su fama más allá de sus habilidades taurinas. Otro detalle curioso de su vida es su aprecio por las tradiciones irlandesas. En las pocas ocasiones que volvía a casa, se le veía frecuentar pubs locales en Cork, donde contaba historias de sus hazañas taurinas mientras disfrutaba de una pinta de stout. Esta afición por la bebida y la camaradería típica irlandesa contrastaba con la solemnidad de los ruedos españoles.
Tras retirarse del toreo en 1877, debido a la falta de éxito económico y profesional, regresó a Irlanda y reingresó al ejército británico. Durante la década de 1880, trabajó como instructor de gimnasia en el Curragh Camp y luego en Aldershot, Inglaterra. Sin embargo, su inclinación por asumir riesgos no desapareció con los años. En un episodio trágico y extraño, O’Hara murió al ser golpeado por un puente mientras viajaba sobre el techo de un tren en Dover. Este acto, aparentemente impulsado por una apuesta o un desafío, reflejaba su espíritu audaz hasta el final. John O’Hara dejó una huella en la historia de la tauromaquia como una figura excéntrica y única. Su vida inspiró referencias literarias, siendo mencionado en la novela Ulises de James Joyce, donde su participación en una ficticia corrida en La Línea, España, es recordada. Aunque los datos históricos del libro son imprecisos, su inclusión en la obra subraya la singularidad de un irlandés que se aventuró en un mundo tan español como el de los toros.
Su legado, a pesar de ser breve, es un testimonio de la fascinación que la tauromaquia ha ejercido históricamente sobre personas de todas partes del mundo, incluso en aquellos que, como O’Hara, no nacieron bajo el sol ibérico.
John O’Hara nació el 30 de junio de 1852 en Limerick, Irlanda. Su vida quedó marcada por un espíritu aventurero y una inclinación hacia el riesgo que lo llevó a ser uno de los pocos extranjeros en incursionar en la tauromaquia española en el siglo XIX. Hijo de una familia modesta, O’Hara ingresó en el ejército británico a los 20 años, sirviendo como subteniente del 95º Regimiento de Infantería. En 1873, fue destinado a Gibraltar, un enclave estratégico donde entró en contacto con las tradiciones culturales de Andalucía, incluida la tauromaquia, que lo cautivó profundamente. Fascinado por las corridas de toros, O’Hara renunció a su comisión militar en 1874 para dedicarse a lo que describió como su “verdadera vocación”. Bajo la tutela de Antonio Carmona y Luque, “El Gordito”, un destacado matador sevillano, aprendió los fundamentos del toreo. Su presencia extranjera, junto con su porte distinguido y cierta audacia, despertaron la curiosidad del público español.
El debut de O’Hara tuvo lugar el 6 de agosto de 1876 en la emblemática Real Maestranza de Sevilla, donde compartió cartel con figuras como Manuel Hermosilla Cirineo y Fernando Gómez “Gallito”. A pesar de su entusiasmo, los resultados en el ruedo fueron discretos. Aunque los espectadores admiraban su valentía, O’Hara carecía de la destreza técnica necesaria para competir con los grandes toreros de su tiempo. Durante su breve carrera, toreó en plazas de renombre como Madrid, Barcelona, Valencia y Málaga, enfrentándose principalmente a novillos, ya que no llegó a alcanzar el nivel de matador. O’Hara era conocido tanto por su peculiar carácter como por su condición de extranjero. Una anécdota ampliamente recordada es que una vez solicitó prestado un traje de luces púrpura a Manuel Domínguez, un torero sevillano. Domínguez, al enterarse de los rumores de que O’Hara no usaba ropa interior bajo el traje, se negó rotundamente a prestárselo. Este episodio contribuyó a su fama más allá de sus habilidades taurinas. Otro detalle curioso de su vida es su aprecio por las tradiciones irlandesas. En las pocas ocasiones que volvía a casa, se le veía frecuentar pubs locales en Cork, donde contaba historias de sus hazañas taurinas mientras disfrutaba de una pinta de stout. Esta afición por la bebida y la camaradería típica irlandesa contrastaba con la solemnidad de los ruedos españoles.
Tras retirarse del toreo en 1877, debido a la falta de éxito económico y profesional, regresó a Irlanda y reingresó al ejército británico. Durante la década de 1880, trabajó como instructor de gimnasia en el Curragh Camp y luego en Aldershot, Inglaterra. Sin embargo, su inclinación por asumir riesgos no desapareció con los años. En un episodio trágico y extraño, O’Hara murió al ser golpeado por un puente mientras viajaba sobre el techo de un tren en Dover. Este acto, aparentemente impulsado por una apuesta o un desafío, reflejaba su espíritu audaz hasta el final. John O’Hara dejó una huella en la historia de la tauromaquia como una figura excéntrica y única. Su vida inspiró referencias literarias, siendo mencionado en la novela Ulises de James Joyce, donde su participación en una ficticia corrida en La Línea, España, es recordada. Aunque los datos históricos del libro son imprecisos, su inclusión en la obra subraya la singularidad de un irlandés que se aventuró en un mundo tan español como el de los toros.
Su legado, a pesar de ser breve, es un testimonio de la fascinación que la tauromaquia ha ejercido históricamente sobre personas de todas partes del mundo, incluso en aquellos que, como O’Hara, no nacieron bajo el sol ibérico.
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madridrural
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Re: 5 de diciembre de 1922 nace el Estado Libre Irlandés: sus toreros, sus toros, sus plazas aquí
El que aparece en el Ulises de Joyce, aquí está en forostoreros con su biografía, interesante. Y muchas gracias.
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Taurologica
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Re: 5 de diciembre de 1922 nace el Estado Libre Irlandés: sus toreros, sus toros, sus plazas aquí
Toros y toreros en Irlanda... en realidad, en todos los países de la tierra hay gente que sueña con ser torero. Seguro al cien por cien.
Re: 5 de diciembre de 1922 nace el Estado Libre Irlandés: sus toreros, sus toros, sus plazas aquí
La plaza de toros de La Línea de la Concepción tiene un azulejo en memoria de James Joyce y Joselito el Gallo; o de Joselito el Gallo y James Joyce. Honor a los genios del arte, el irlandés y el español.
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