Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Responder
Avatar de Usuario
EstoEsElPueblo
Mensajes: 1890
Registrado: Jue Ene 24, 2019 1:50 am

Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Mensaje por EstoEsElPueblo » Lun Abr 14, 2025 10:58 am

Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, nacido el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú, y fallecido esta madrugada, 14 de abril de 2025, en Lima, a los 89 años, fue uno de los escritores más destacados del siglo XX y XXI. Galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, su obra abarca novelas, ensayos, teatro y memorias, con títulos icónicos como La ciudad y los perros (1963), Conversación en La Catedral (1969), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981) y La Fiesta del Chivo (2000).

Figura central del Boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, Vargas Llosa exploró temas como el poder, la libertad y la identidad con un estilo narrativo complejo y universal. Además de su carrera literaria, incursionó en el periodismo, la política —como candidato presidencial en Perú en 1990— y fue un firme defensor del liberalismo, lo que marcó tanto su obra como su vida pública.
Mario Vargas Llosa con Roca Rey.jpg
Mario Vargas Llosa saluda al joven torero Andrés Roca Rey en el patio de cuadrillas
Su infancia transcurrió entre Cochabamba (Bolivia), Piura y Lima, en un entorno familiar complicado por la relación con su padre, quien lo envió al Colegio Militar Leoncio Prado, experiencia que inspiró La ciudad y los perros. Estudió Letras y Derecho en la Universidad de San Marcos y se doctoró en Filosofía y Letras en Madrid. Vivió en París, Londres, Barcelona y Madrid, lo que enriqueció su perspectiva global, reflejada en sus textos.

Miembro de la Real Academia Española desde 1994, recibió reconocimientos como el Premio Cervantes (1994) y el Príncipe de Asturias de las Letras (1986). Su vida personal, marcada por su matrimonio con Patricia Llosa y su relación con Isabel Preysler, atrajo atención mediática, pero su legado literario y cultural permanece intocable.
Mario Vargas Llosa en plaza.jpg
Vargas Llosa en la plaza de toros aplaude la faena
Su pasión por la tauromaquia
La afición de Vargas Llosa por los toros fue una constante en su vida, más allá de su labor como escritor. Desde niño, en Perú, donde las corridas son una tradición arraigada, mostró interés por la tauromaquia. En una entrevista, recordó cómo jugaba a ser torero y cómo su primera novillada lo fascinó: “Como todos los que jugábamos al toro: de chico, yo quería ser torero”. Aunque la literatura se convirtió en su destino, los toros siguieron siendo una pasión que defendió con fervor, viéndolos como un arte que combina belleza, riesgo y tragedia.

Vargas Llosa consideraba la tauromaquia una expresión cultural profunda, un ritual que conecta con las raíces de los pueblos. En 2007, escribió el prólogo de Los toros, donde exaltó su dimensión estética y simbólica. En 2012, al inaugurar el Espacio Arte y Cultura de Las Ventas en Madrid, pronunció un discurso apasionado: “El toro bravo existe porque existen los toros; si no, desaparecería. Es una creación de la Fiesta taurina”. Allí defendió la tauromaquia frente a críticas animalistas, destacando el “inmenso amor” con que se trata al toro y el arraigo de la Fiesta en más de 200 comunidades peruanas. Su compromiso se reflejó también en su amistad con toreros como Enrique Ponce y su participación en el documental La última lidia, donde exploró el valor cultural de los toros.

En 2000, leyó un pregón en La Maestranza de Sevilla, incluido en Sentimiento del toreo, vinculando la tauromaquia con la libertad y la creatividad, temas centrales en su obra. Aunque los toros no son un motivo explícito en sus novelas, su intensidad dramática y simbolismo resuenan en pasajes donde el hombre enfrenta su destino, evocando el duelo en la plaza. En ensayos y columnas, como las publicadas en El País, defendió la Fiesta frente a detractores, argumentando que no es mera crueldad, sino una tradición viva: “Los enemigos de la tauromaquia se equivocan creyendo que es puro ejercicio de maldad”.
Vargas Llosa y Enrique Ponce torean una vaquilla.jpg
Mario Vargas Llosa con el torero Enrique Ponce al alimón
Legado para la historia universal
Mario Vargas Llosa dejó un legado inmenso cuando falleció esta madrugada en Lima. Hasta sus últimos años, permaneció activo, publicando Le dedico mi silencio (2023), una novela sobre la música criolla peruana, otra de sus pasiones. Residente en Lima desde 2022, tras décadas en Europa, su muerte marca el fin de una era para la literatura latinoamericana, siendo considerado el último gran exponente del Boom. Su defensa de la tauromaquia, como de otras tradiciones, refleja su visión de la cultura como resistencia frente a la uniformidad.

Para Vargas Llosa, los toros eran más que un espectáculo: eran una metáfora de la lucha humana, un arte que, como la literatura, revela verdades esenciales. Su obra y su pasión taurina perdurarán, inspirando a generaciones a explorar la complejidad del ser humano a través de las letras y la plaza.
Un foro :idea: es mejor que twitter, mejor que facebook, mejor que instagram... ¿por qué? Este foro es taurino; las redes sociales son antis :evil: .


Zen_Zerro
Mensajes: 132
Registrado: Lun Nov 29, 2021 10:42 am

Re: Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Mensaje por Zen_Zerro » Lun Abr 14, 2025 11:49 am

Comunicado de la familia de tan dolorosa pérdida por las redes sociales.

Álvaro Vargas Llosa @AlvaroVargasLl
Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz. @morganavll

Descanse en paz don Mario Vargas Llosa genio universal de la cultura.
Adjuntos
comunicado oficial.jpg

Manchurriano
Mensajes: 105
Registrado: Lun Ene 24, 2022 3:27 pm

Re: Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Mensaje por Manchurriano » Lun Abr 14, 2025 12:30 pm

"La muerte a mí no me angustia. ¡Hombre! la vida tiene eso de maravilloso: si viviéramos para siempre sería enormemente aburrida, mecánica. Si fuéramos eternos sería algo espantoso. Creo que la vida es tan maravillosa precisamente porque tiene un fin".
Mario Vargas Llosa.

Khe_Su_Lín
Mensajes: 118
Registrado: Sab Nov 28, 2020 11:11 pm

Re: Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Mensaje por Khe_Su_Lín » Lun Abr 14, 2025 12:46 pm

Vargas Llosa de niño quedó impresionado por la primera corrida a la que asistió acompañado de su abuelo. Cuenta que quería ser torero.
Adjuntos
Vargas Llosa recuerda su primera corrida de niño quería ser torero.jpg

Septimio_Severo
Mensajes: 146
Registrado: Vie May 24, 2019 4:31 pm

Re: Vargas Llosa: escritor universal y defensor del arte del toreo

Mensaje por Septimio_Severo » Lun Abr 14, 2025 1:05 pm

La “barbarie” taurina

PIEDRA DE TOQUE. Los aficionados amamos profundamente a los toros bravos y no queremos que se evaporen de la faz de la tierra, que es lo que ocurriría fatalmente si las corridas desaparecieran

Mario Vargas Llosa
08 ago 2012 - 12:40CEST

La Plaza de Toros de Marbella no tiene el sabor que da la antigüedad a plazas como la de Ronda o la de Acho de Lima, ni el prestigio de las de algunas grandes ciudades como Sevilla, Madrid o México y, puesto que en sus tendidos se ven a veces más turistas que nativos, los exquisitos de la tauromaquia se permiten mirarla por sobre el hombro. Pero en esta placita provinciana ocurren a veces cosas notables, como la del domingo 5 de agosto, en la corrida en que El Cordobés, Paquirri y El Fandi lidiaron seis toros de Salvador Domecq.

Todo coincidió para producir esa maravilla: la magnífica tarde de sol alto y cielo azul, los seis astados bravos, alegres, nobles y de buen peso, el entusiasmo del público que ocupaba media entrada y el pundonor de los toreros, su virtuosismo y su voluntad de gozar y hacer gozar. Lo consiguieron. Fue una magnífica corrida y, con la excepción de una vara de más al primer toro de El Cordobés, sin una falla, algo rarísimo en todos los cosos del mundo. El presidente se excedió y concedió 10 orejas pero la afición estaba tan contenta que nadie se lo reprochó.

Manuel Díaz El Cordobés estuvo simpático y comunicativo con los tendidos cada vez que dio la vuelta al ruedo, lo que es normal en él, pero felizmente a la hora de torear moderó su exhibicionismo, sus piruetas y nos exoneró de sus famosos saltos de rana. Demostró que, además de vistoso y trejo, puede ser serio, entablar con el toro esa complicidad tensa de la que resulta una faena redonda. No estoy contra los desplantes y una cierta dosis de histrionismo en la arena, pues también eso, como las bandas verbeneras y los pasodobles, forma parte de la fiesta, y he visto grandes diestros que se permitían a veces, en medio de electrizantes faenas, alguna payasada. Pero prefiero el toreo profundo, el que nos hace presentir eso que Victor Hugo llamaba “la boca de la sombra”, el pozo negro que nos espera a todos y a cuyas orillas algunos creadores de excepción —poetas, músicos, cantantes, danzarines, toreros, pintores, escultores, novelistas— se acercan a veces para producir una belleza impregnada de misterio, que nos desvela una verdad recóndita sobre lo que somos, sobre lo hermosa y precaria que es la existencia, sobre lo que hay de exaltante y trágico en la condición humana. Ese es el estilo taurino que más me conmueve y por eso admiré tanto a Antonio Ordóñez y admiro ahora a un Enrique Ponce o un José Tomás.

Francisco Rivera Ordóñez, Paquirri, al igual que su hermano Cayetano, ha heredado de su abuelo, el gran Antonio Ordóñez, la elegancia y una valentía tranquila y natural de enfrentarse al peligro, de encerrarse con el toro en un diálogo secreto del que resultan figuras en las que se mezclan la gracia, la destreza, la inteligencia y por supuesto el coraje. Hasta cuando banderillea lo hace evitando la exageración, exponiéndose en la justa medida, para que nada desentone.

Pero la suerte de banderillas es aquella en la que la corrida está más cerca de la danza, cuando se vuelve coreografía, ballet, y pocos toreros encarnan mejor ese trance que David Fandila, El Fandi. Fue siempre un banderillero soberbio y esa tarde lo probó, encendiendo las tribunas con su arrojo. Hacía tiempo que no lo veía torear y, en Marbella, me pareció que había madurado mucho, que ahora maneja la muleta con más temple, color y matices, aunque siempre con el mismo tesón.

Fue una tarde muy bonita y al salir de la plaza me pregunté si un espectáculo como el que acabábamos de ver cambiaría la opinión que Rafael Sánchez Ferlosio tiene de los toros. Probablemente, no. Ese mismo día había leído, en EL PAÍS, un artículo suyo, Patrimonio de la Humanidad, una de las diatribas más destempladas y feroces que he leído contra los toros, que él quisiera que desaparecieran de una vez “no por compasión de los animales, sino por vergüenza de los hombres”.

Según él, los toros son la manifestación más flagrante de la barbarie humana. Su artículo evoca a las hordas sádicas que hicieron “una protesta ensordecedora” cuando don Miguel Primo de Rivera, en 1928, ordenó que se protegiese con gualdrapas forradas a los caballos de la suerte de varas que, hasta entonces, morían como moscas despanzurrados por los toros. Y, al parecer, era eso, más que la lidia, lo que los aficionados querían ver: el sufrimiento y la matanza de los brutos. He asistido a muchas corridas en mi vida y no recuerdo una sola en la que haya visto a las tribunas regocijarse cuando un toro derriba o hiere a un caballo; más bien, la reacción del público es siempre la contraria.

En los toros hay una violencia que para muchas personas, como Sánchez Ferlosio, es intolerable, algo absolutamente digno de respeto. Sería un atropello brutal que alguien quisiera obligar a nadie asistir a un espectáculo que malentiende y abomina. Es menos digno de respeto, en cambio, que él y quienes quisieran acabar con los toros, traten de privarnos de la fiesta a los que la amamos: un atropello a la libertad no menor que la censura de prensa, de libros y de ideas. Y tampoco es respetable la caricatura de la corrida como una expresión de machismo y chulería en la que se expresaría “el alma-hecha-gesto de la españolez”. No entiendo lo que esta frase quiere decir, pero sí la intención que la mueve y ella es un puro disparate. “La españolez” (una entelequia que expresaría la esencia metafísica de todo lo español) en primer lugar no existe, y, en segundo, si existiera, estaría tan fracturada respecto a las corridas de toros como sabemos muy bien que lo está España.

El artículo de Sánchez Ferlosio está redactado de tal modo que, se diría, la “españolez” es algo que se encarna solo en “los castellanos”, pues son estos, a su juicio, quienes “se han puesto a reivindicar la alta culturalidad” de los toros. ¡Protesto! ¿Y los andaluces, vascos, gallegos, peruanos, colombianos, mexicanos, ecuatorianos, bolivianos que defendemos la fiesta? ¿Y los franceses, que han declarado la corrida un bien cultural de la nación? La “barbarie” taurina tiene un arraigo mucho mayor que la geografía castellana y llega, por ejemplo, hasta Suecia, donde, la última vez que estuve en Estocolmo, descubrí una peña taurina con varios cientos de afiliados.

Por otra parte, el artículo deja la impresión de que, por haber prohibido los toros, los catalanes quedan exonerados del oprobio barbárico. Protesto, otra vez. Conozco buen número de catalanes tan aficionados a la fiesta como yo y sin duda él mismo recordará que, cuando se discutía la prohibición, en el manifiesto en defensa de los toros que apareció en Barcelona, entre los firmantes figuraba buen número de artistas e intelectuales catalanes de primera línea, entre ellos Félix de Azúa y Pere Gimferrer.

Sánchez Ferlosio vapulea a Fernando Savater por “la poética nebulosidad de acento vaporosamente zambraniano” de su ensayo sobre la muerte y la tauromaquia, y ridiculiza a Ortega y Gasset por ese “excelso ortegajo” que, en su opinión, fue afirmar que no se puede comprender la historia de España sin tener en cuenta la historia de las corridas. Ambas recusaciones son innecesariamente hirientes e injustas. Savater y Ortega han escrito ensayos que ayudan a entender la complejidad de la fiesta, su entraña sociológica, su reverberación tradicional y mítica, sus raíces psicológicas y su valencia artística. ¿Qué hay de ridículo en utilizar la perspectiva taurina para estudiar, por ejemplo, la filiación que enlaza a España con la mitología de Creta y Grecia y llega, pasando por Goya, hasta Picasso y García Lorca, en la que destaca como protagonista la noble estampa del toro de lidia?

Pero, tal vez, para entender cabalmente estos ensayos hay que amar los toros y no odiarlos, pues el odio obnubila la razón y estraga la sensibilidad. Los aficionados amamos profundamente a los toros bravos y no queremos que se evaporen de la faz de la tierra, que es lo que ocurriría fatalmente si las corridas desaparecieran. Pero no ocurrirá, no todavía por lo menos, no mientras haya corridas que, como esa semiclandestina de Marbella de la tarde del 5 de agosto, nos hagan vibrar de emoción y gratitud ante un espectáculo de tanta perfección, y nos den tanta voluntad y razones para seguir defendiéndolas contra la prohibición, la última ofensiva autoritaria, disfrazada, como es habitual, de progresismo.


Responder

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado