Garcigrande, la ganadería que embiste al compás del toreo actual
La ganadería Garcigrande es uno de los hierros más influyentes en la tauromaquia del siglo XXI. Desde su finca salmantina en Alaraz, ha marcado el paso del toreo moderno con una línea de toros que prioriza la clase sin renunciar a la bravura. Dirigida por Justo Hernández, heredero del proyecto emprendido por su padre, esta vacada se ha convertido en la preferida de las figuras. ¿Por qué? Por la posibilidad de soñar una faena grande cada vez que uno de sus toros cruza el ruedo.
Historia: de raíz tradicional a motor del toreo contemporáneo
Aunque el origen de la ganadería remonta a 1929 con reses de Arribas Hermanos, su identidad actual se forja a partir de los años ochenta, cuando Domingo Hernández Martín adquiere el hierro y reorienta su rumbo incorporando reses del encaste Juan Pedro Domecq. Esta decisión, estratégica y valiente, colocó a Garcigrande en la órbita de las ferias más exigentes.
Con el paso del tiempo, y el refuerzo de sangres como la de Amelia Pérez-Tabernero y Domingo Ortega, se consolidó un toro con sello propio: noble, templado, repetidor, y con fondo. El relevo generacional se concretó con Justo Hernández, quien ha mantenido y afinado ese modelo, convirtiendo la casa en un referente técnico y comercial.
Características del toro de Garcigrande
El toro de Garcigrande no es uno más. Tiene una morfología cuidada, acorde al canon de las plazas de primera: es un toro serio, bien hecho, de cornamenta proporcionada y de mirada fija. Pero su verdadero tesoro está en el interior.
Su bravura se manifiesta desde el inicio, con prontitud en los primeros embroques y codicia franca. En el primer tercio, suele arrancarse con alegría al caballo, con una fijeza que permite lucimiento si el castigo se administra con mesura. No es un toro remiso ni apático, aunque no siempre responde a un segundo encuentro si este es excesivo.
En el segundo tercio, ofrece comportamiento variado, sin destacar especialmente por la transmisión al quiebro, pero sin descomponer tampoco la lidia. Es en el tercer tercio donde muestra su plenitud: embiste con ritmo, humilla con claridad y permite series largas. El toro de Garcigrande es ideal para el temple, para construir faenas de ligazón, y para la emoción sostenida. Su clase no excluye exigencia: necesita buen oficio, mando, pulso. El torero que lo domina, lo borda.
Una ganadería de figuras
Los datos son elocuentes: Garcigrande lidia en Madrid, Sevilla, Bilbao, Pamplona, Valencia, Zaragoza, Logroño… Y siempre con los máximos protagonistas. El Juli, por ejemplo, ha sido uno de sus grandes embajadores. Con Hebreo, en Sevilla 2011, firmó una obra para el recuerdo. José María Manzanares ha encontrado en este hierro el complemento ideal para su concepto elegante y expresivo. Sebastián Castella, otro de sus aliados, logró triunfos de alto voltaje en plazas exigentes.
Y, por supuesto, Roca Rey, el torero de mayor tirón popular en la actualidad, ha sido autor de algunas de sus faenas más rotundas con toros de Garcigrande, como en Bilbao 2019 o en Albacete, en 2017, donde levantó al público con una faena vibrante a Licenciado. La compenetración entre torero y toro es tal que se ha convertido en una combinación esperada por el aficionado.
Presente y proyección
Hoy en día, Garcigrande es sinónimo de calidad. Su inclusión en carteles es una garantía de interés. En Pamplona 2023, su corrida destacó por su movilidad y transmisión, con varios toros ovacionados en el arrastre y faenas intensas que pusieron a prueba a los espadas. No es una ganadería fácil ni acomodada: sus toros exigen verdad y buen gusto.
La selección genética sigue siendo uno de sus pilares. La finca en Alaraz cuenta con un ecosistema cuidado donde los animales se crían en libertad, con vigilancia constante sobre comportamiento, alimentación y salud. El objetivo sigue siendo el mismo: criar toros que embistan de verdad, que no regalen nada, pero que permitan todo si el torero está a la altura.
Garcigrande en el toreo: un estilo con personalidad
En un momento en que la diversidad de encastes convive con la exigencia del público moderno, Garcigrande ofrece una propuesta clara: el toro que sirve para hacer el toreo con mayúsculas. No es casual que muchos de los indultos de las últimas temporadas en plazas españolas lleven su hierro. Tampoco lo es que sus toros generen debates intensos: cuando hay emoción, siempre hay discusión.
Como dice Justo Hernández: “El toro de hoy debe embestir con motor y con clase, sin dejar de emocionar.” Esa es, quizás, la mejor definición de un toro que no solo embiste: también plantea un reto artístico.
Conclusión
La ganadería Garcigrande de Justo Hernández representa una forma de entender el toro y el toreo. Con raíces profundas, visión de futuro y una exigencia constante, ha sabido convertirse en una de las grandes protagonistas del escalafón ganadero. Sus toros no regalan el triunfo, pero lo hacen posible. Y en esa promesa de grandeza, reside su poder.
Garcigrande, la ganadería que embiste al compás del toreo actual
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