Christian Gaillard, el pintor que llevó la tauromaquia al silencio

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Christian Gaillard, el pintor que llevó la tauromaquia al silencio

Christian Gaillard (Aviñón, 20 de marzo de 1951 – París, 9 de agosto de 2018) fue un pintor, ilustrador y fotógrafo francés de estilo figurativo, influido por maestros como Velázquez, Zurbarán, Goya y Zuloaga, así como por el barroco mexicano. Estudió en la École nationale supérieure des arts décoratifs de París, donde tuvo como maestros a Boris Taslitzky y Jean Lagarrigue. Su madre, Renée Tissot, procedía del mundo del bordado y la moda, y su padre trabajaba en banca.

En 1973 inició una destacada carrera como ilustrador para revistas como Le Point, Télérama, Le Figaro Magazine y Le Monde de la Musique, y para marcas como Lindt y Grant’s. En 1982 fue nombrado Ilustrador del Año por Mecanorma, y en 1989 recibió el título de Peintre de l’Air et de l’Espace. También realizó carteles de cine y portadas de libros.

El encuentro con el torero Nimeño II (Christian Montcouquiol) marcó un giro decisivo en su trayectoria, orientando su pintura hacia la tauromaquia. En 1989 presentó en Nîmes su primera exposición dedicada a este tema. Retrató a toreros como El Cordobés, José Ortega Cano, Juan Bautista, Sébastien Castella o Juan José Padilla. En 1991 se convirtió en el primer pintor no español en obtener el Primer Premio de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla con la obra Azul gris y oro.

Realizó carteles para la Feria de San Isidro en Madrid, la Feria del Arroz de Arles y la Feira Internacional del Caballo Lusitano en Golegã. En 2002 creó Profile of Courage, homenaje a los bomberos de Nueva York tras el 11-S, que donó al FDNY. Su producción, de más de 300 piezas de gran formato, está repartida entre colecciones privadas y museos de Francia, España, México, Israel y Hong Kong, como el Museo de Culturas Taurinas Henriette y Claude Viallat.

Gaillard desarrolló un enfoque único en la pintura taurina: evitaba mostrar el toro o la plaza, concentrándose en el instante previo o posterior a la lidia. Sus toreros, casi siempre de espaldas, transmiten elegancia, soledad y tensión. Influido por la fotografía y el vídeo, dotó a su obra de un carácter cinematográfico y un virtuosismo técnico, especialmente en la representación de los trajes de luces, que le aseguró un lugar destacado en el arte taurino contemporáneo.